He leído que ha cundido la indignación (pasajera) a causa de la resolución del Tribunal Superior de Justicia de Madrid en el criminal caso de las residencias de ancianos madrileñas, de las muertes ocurridas en ellas (muchas) y de la intervención de la Díaz Ayuso en el asunto. Pues no es criminal, a juicio del TSJM, no es nada, es nube, jerigonza, letra pequeña. La culpa, la legislación que no concreta que las residencias deban ocuparse de la salud de los ancianos y estar medicalizadas. Que los enfermos de covid no fueran derivados a hospitales por ser ancianos o no tener seguro médico privado carece de importancia... Caramba. A eso se llama humanidad, aunque meta miedo la exigible protección jurídica en casos parecidos.

La resolución exculpa en la práctica a la IDA de toda responsabilidad en los cientos de muertes atribuidas a la mala práctica, la falta de medios y las decisiones erróneas o torcidas, lo que supone un cerrojazo a cualquier investigación oficial de lo sucedido, por mucho voto particular que haya habido. Lo que piensen los familiares de los fallecidos se lo pueden ir guardando para las redes sociales porque dudo mucho que vayan a encontrar apoyo oficial alguno. Ni ahora ni en el futuro.

Mete miedo estar en manos de jueces así, no porque no nos den la razón, sino porque da vértigo pensar en qué habría hecho gente como ellos, sin ser magistrados, al mando civil o policial de la gestión de la pandemia en las residencias de ancianos, madrileñas o no. Lo que ha ido quedando en las hemerotecas y los testimonios directos de lo sucedido no sirve para nada por muy terrible que fuera, que lo fue. La orden de no derivar ancianos a los hospitales poco menos que no la dio nadie. Se dio sola. Un drama y una actuación torcida (por decir algo) albardada ahora en jerigonza jurídica, sofismas y retorcimientos retóricos. Nadie. Nada. Marca España. Con todo, la del TSJM es una resolución de manual, impecable: ¡Está redactada con la debida y preceptiva confusión de las sentencias que hacen historia! Mucha palabrería y escasa jurispericia, y menos sentido del bien común y la humanidad. Si no hubiese margen jurídico para actuar, no se habrían dado los votos discrepantes de dos magistradas.

Se trataba de salvarle el pellejo a la IDA, desde dentro de su partido y desde fuera con apoyos mediáticos e intelectuales de culos bien atornillados a sus sillones y canonjías, y lo han conseguido. Por su trascendencia, esta es una sentencia política, una más de las que se han dictado en este país en los últimos años de pugna política extrema, con la activa participación de la magistratura a causa de la constante e imparable judicialización de la política.

Según esa resolución no importan los muertos, importa el matiz trentino, el retorcer como con sacacorchos las leyes y las normas, importa reforzar el gobierno de la comunidad de Madrid en manos de la derecha que encarna la IDA, no cualquier derecha, sino esa, la suya, la bronca, la de los disparates, la mala crianza, el desprecio y el asco que no cesa. La IDA venía siendo acusada reiteradamente desde varios frentes sociales y políticos, y con datos en la mano, de ser la responsable de lo sucedido, a lo que en un ocasión y en la sede de su parlamento regional contestó con el famoso “Bueno, de verdad, hasta luego. Da igual...¡paso!”, que la retrata de manera eficaz. Eso es lo que en el fondo ha sancionado el TSJM, que “hasta luego” y que pasan de investigar lo sucedido en una comunidad que tuvo más de 7.000 muertes en las residencias de ancianos por falta de atención en unas condiciones inhumanas, a tenor de los testimonios precisos que fuimos conociendo. No es un asunto local, es una amenaza de futuro que nos alcanza a todos si gente como esa se hace con la riendas del Estado, que es su proyecto político, ese que pone en peligro todos los logros sociales conseguidos hasta ahora. La borrasca en el horizonte. l