Oranguntanes. La veterinaria bilbaina Karmele Llano Sánchez fue premiada en 2020 por la Fundación BBVA a la Conservación de la Biodiversidad, por su trabajo al frente de la organización International Animal Rescue (IAR) que creó en 2006 para proteger la biodiversidad en la isla de Borneo, y en particular, a una de sus especies emblemáticas, los orangutanes, (Pongo), sobre los que se ciernen diversos peligros que amenazan con su extinción.

Entre 1999 y 2015 desaparecieron más de 100.000 orangutanes de Borneo (Pongo pygmaeus) debido a la pérdida y fragmentación de su hábitat para plantar elais, de donde se obtiene el aceite de palma, por la caza furtiva y el comercio ilegal de especies salvajes. De continuar este declive, se calcula que el 82% de su población se habrá extinguido dentro de cinco años.

Desde su creación ha conseguido reintroducir en el bosque medio centenar de orangutanes rescatados que se han adaptado a la vida salvaje. Además, han creado un programa de apoyo a la sanidad, la educación y el empleo de las comunidades indígenas locales para frenar el deterioro del ecosistema del que dependen estos grandes simios.

También investigan la forma en que las madres de orangután educan a sus crías, en lo que denomina “la escuela del bosque”, evidencia de que en estos primates existe la cultura, como trasmisión de conocimientos, de generación en generación.

Intrusismo

Me advierte mi compañero, y sin embargo amigo, Diego Conde, desde su aldea coruñesa, que nos enfrentamos a un nuevo caso de intrusismo del que hago partícipe también a la presidenta del Colegio de Médicos, por aquello de la Única Salud, One Health. Los boticarios, sin embargo, pueden seguir facturando tranquilos, porque no se ha demostrado, de momento, que Rakus, como ha sido bautizado nuestro primo, no tan lejano, desarrolle transacción económica alguna, ni con otros congéneres, ni con personas.

Viene esto a cuento del trabajo publicado con el número 8932 en el número 14 de Scientific reports el pasado mes de mayo, firmado por Laumer, I-B. y colaboradoras, titulado Autotratamiento activo de una herida facial con una planta biológicamente activa por un orangután macho de Sumatra, ilustrado con fotografías que demuestran cuanto se afirma.

Aunque la automedicación en animales no humanos no siempre es fácil de documentar debido a la dificultad de predecir su aparición, existen muchas evidencias de comportamientos, como tragar hojas enteras y frotar el pelaje, en grandes simios africanos, orangutanes, gibones de manos blancas (Hylobates lar) y otras especies de monos en África, América Central y del Sur y Madagascar. Hasta donde sabemos, solo hay un informe de tratamiento activo de heridas en chimpancés (Pan troglodytes).

Ahora, las investigadoras presentan a un orangután macho de Sumatra (Pongo abelii) que sufrió una herida en la cara. Tres días después de la lesión, arrancó selectivamente las hojas de una liana denominada Akar Kuning (Fibraurea tinctoria), las masticó y luego aplicó repetidamente el jugo resultante sobre la herida facial. Como último paso, cubrió completamente la herida con las hojas masticadas. Encontrada en los bosques tropicales del sudeste asiático, esta y otras especies de liana relacionadas son conocidas por sus efectos analgésicos, antipiréticos y diuréticos, y se utilizan en la medicina tradicional para tratar diversas enfermedades como la disentería, la diabetes y la malaria.

Los análisis previos de los compuestos químicos de las plantas muestran la presencia de furanoditerpenoides (antiparasitarios) y alcaloides de protoberberina que, se sabe, tienen actividades antibacterianas, antiinflamatorias, antifúngicas, antioxidantes y otras funciones biológicas relevantes para la cicatrización de heridas que, evidentemente, Rakus conoce por transmisión del conocimiento de sus mayores o por empirismo.

Este comportamiento que ahora nos describen, posiblemente innovador, presenta el primer caso documentado de tratamiento activo de heridas con una especie de planta que, se sabe, contiene sustancias biológicamente activas, por un animal salvaje y proporciona nuevos conocimientos sobre los orígenes del cuidado de las heridas humanas, por aquellos chamanes, practicantes de la etnomedicina o, si lo prefieren, etnoveterinaria, que todavía subsisten en algunas civilizaciones.

Copiar

Thomas Stearns Eliot, conocido como T. S. Eliot (San Luis, Misuri, 1888–Londres, 1965), estadounidense nacionalizado británico, poeta en inglés, dramaturgo y crítico literario, recomendaba copiar a otros autores, pero no hacerlo de manera zarrapastrosa sino imitando y transformando textos buenos de gente desconocida, que existen a montones. Nadie, salvo alguna termita de biblioteca, aseguraba, se dará cuenta del cambalache. Es cierto que no existían entonces para detectar estas prácticas aplicaciones como el Turnitin ni el Grammarly, para el “análisis de similaridad”.

Y añadía el aludido, aunque hayas copiado, si el texto resultante es mejor, ahí está el mérito del copiador, nadie se lo echará en cara. El genio nunca plagia solo mejora lo ya existente mediante técnicas intertextuales de imitación y reforma. Lo hizo Proust con cantidad de textos de Flaubert, como nos lo recuerda el escritor navarro Víctor Moreno Bayona, otro fenómeno.

Sede del gobierno vasco en el exilio

Oigo en el narcotizante desinformata de ETB que el Gobierno Vasco ha recuperado su sede parisina de la Avenida Marceau y felicito a Iñaki Anasagasti porque, sólo él, solo, lleva más de 50 años reivindicando ese inmueble que, por derecho, nos corresponde. Ahora, otros se pondrán la medalla. Lo de siempre. Nihil novum sub sole (Eclesiastés 1, 10).

hoy domingo

Alcachofas. Carrilleras en salsa. Naranja. Tinto crianza Marqués de Riscal, obsequio de mi frutero de cabecera de Super Matía. Agua del Añarbe. Café y mignardises navideñas.