Naste borraste. Fue un grupo pionero del rock vasco radical, del barrio bilbaino de San Ignacio, en una época dura de paro y reconversión, a finales de los ochenta. No me refiero a ellos. De rock, tampoco sé nada. Ni tengo criterio en la verdadera polémica que sacude al país: Amaia Montero versus Leire Martínez.

A los lectores no euskaldunes les diré que la expresión viene a decir revoltijo, desbarajuste. De eso vamos hoy, reponiéndome de la intervención de mi oftalmólogo Iñaki Aldasoro en mis ojazos negros pintureros. Aunque me haya prohibido el ordenador.

Todo seguirá igual

De eso se trata. Asistimos estas semanas a las renovaciones de las ejecutivas de los tres partidos vascos más influyentes. Dos ascendentes en cuanto al número de votos e influencia y el tercero, en imparable descenso, pero reflexionando mogollón. Uno ha comenzado por absorber a sus socios coaligados, como estaba previsto desde el principio. En realidad, los fagocitados, en nómina, claro, entraban en un taxi.

Todos presumen de su democracia interna, pero practican el dedazo puro y duro. Dos bajo el subterfugio de las primarias, con resultados finales previstos de antemano. A lo mejor es lo que tiene que ocurrir, pero nadie se atreve a decirlo. Y nosotros, tan tontitos.

En uno, el proceso es más sofisticado, con un largo y complicado trámite en el que la necesaria renovación, dicen, surge de las mismas entrañas de sus bases, reunidas en asambleas y, por si fuera poco, no admiten candidaturas, aunque los resultados los publiquen los medios diez días antes de celebrarse las elecciones. Pueril e increíble pérdida de tiempo. Las bases, inspiradas por unas lenguas de fuego (Hechos 2:1-13), en forma de entrevistas o filtraciones a la prensa hostil y a los desinformativos públicos, o mediante el boca a oreja, porque el boca a boca es un tipo de ósculo y una técnica de reanimación, necesaria, en el caso que nos ocupa, optan mayoritariamente por una candidata que, podría darse el caso, estuviera tan enfadada como acostumbra en su casita y es elegida por los obedientes pesebreros para continuar el camino que emprendió su amado líder antecesor y mentor, dejándolo todo atado y bien atado, como dijo el otro. Eso sí, bajo su paternal tutela.

No deja de ser una variante de la monarquía hereditaria, en la que la formación y experiencia profesional de la elegida, su empatía, los éxitos políticos hasta la fecha, el proyecto y la organización pasan a ser aspectos anecdóticos porque, no nos engañemos, cuanto más crédula es la gente, menos memoria tiene.

Viene a cuento aquella frase de Sandro Pertini: “A veces hay que saber luchar, no sólo sin miedo, sino también sin esperanza”. Y, añado, ante la generalizada indiferencia in crescendo.

Historia a medida

Los triunfadores no solo escriben la historia también la borran. Cuando alguien gana una guerra, la cuenta a su manera, destacando lo que le conviene y borrando lo que le pone en evidencia. Veamos un caso de ahora mismo.

En 1947 se creó en la ONU la UNSCOP (Comité Especial para Palestina) con la misión de resolver la disputa entre judíos y árabes en Palestina. El 31 de agosto de ese año, la UNSCOP emitió un informe recomendando la creación de dos estados separados, uno árabe y otro judío, con Jerusalén bajo administración internacional.

El 29 de noviembre de 1947, la Asamblea Plenaria de la ONU aprobó el plan de partición recomendado por la UNSCOP (la Resolución 181), por 33 votos a favor, trece en contra y diez abstenciones.

Como resultado de esa decisión de la ONU, surgió el estado de Israel en el plano internacional. Posteriormente, el 14 de mayo de 1948, Israel declaró su independencia. Es decir, Israel nació como país en 1947, con la Resolución 181, y alcanzó su independencia en 1948.

Pues bien, ahora que Israel está destruyendo el Líbano, Francia ha empezado a ver lo que no vio en Gaza, es decir, ha empezado a admitir que Israel masacra impunemente a los árabes. Francia es muy sensible a lo que pasa en el Líbano porque fue la “potencia administrativa” que gestionó aquel país desde 1920 hasta 1944. Se siente vinculada al Líbano.

Por eso, Macron ha criticado los sangrientos y bárbaros modales de Israel en el Líbano, lo cual ha incomodado a Netanyahu y su pandilla, acostumbrados a que nadie les lleve la contraria y hacer lo que les da la gana. El asunto ha llevado a un cruce de señalamientos, aunque todavía los de Tel Aviv. no le han colocado a Macron la etiqueta de “antisemita”, que es la que distribuyen entre aquellos que no dicen, por ejemplo, que cuando Israel asesina a casi 20.000 niños palestinos se está defendiendo. El número de “antisemitas” en el mudo ha crecido exponencialmente, gracias a la diligencia de Israel en calificar de esa manera a todo aquel que se atreva a cuestionar sus métodos de exterminio, básicamente nazis.

Una de las cosas que ha dicho Macron es que Israel, como el resto de países del mundo, debe respetar las resoluciones de la ONU y ha reforzado esa afirmación recordando cómo nació por la citada Resolución 181.

Pero eso ha irritado al “matón de la clase”, y le ha respondido con “un recordatorio al presidente de Francia: no fue la resolución de la ONU la que estableció el estado de Israel, sino más bien la victoria lograda en la Guerra de la Independencia con la sangre de heroicos combatientes”. Una falsificación de la historia. Una de tantas.

Vacunas

Toca vacunarse contra la gripe y del covid, a pesar de las recomendaciones en contra, de los ilustrados de la barra del bar o del mostrador de la carnicería. La vacuna, a pesar de sus ligeras reacciones en algunos casos, es el método más efectivo para prevenir esos procesos respiratorios típicos del invierno que pueden llevarnos a visitar la UCI o la vitrina frigorífica del tanatorio. Advertidos quedan.

Hoy domingo

Menestra de verduras. Lenguado al horno, patatitas panadera. Castañas cocidas anisadas con helado de avellana. Tinto crianza López de Haro. Agua del Añarbe. Café y chuchos de nata y crema de Otaegui.