Leptospirosis. En estos casos, se acostumbra a decir que no se trata de alarmar sino de concienciar. Pues eso. En mi época de Zumarraga, tuvimos el caso de un joven en Urretxu que, tras pasarlo muy mal, afortunadamente, salió para adelante.

Se trata de una zoonosis producida por una bacteria del género Leptospira, asociada a las inundaciones, aguas fecales estancadas contaminadas con la orina de roedores u otros animales infectados, aunque también se puede transmitir por la manipulación de tejidos de animales o la ingestión accidental de agua o comida infectada. La vía de entrada es a través de las mucosas, principalmente las de la boca, ojos y nariz, o por cortes o rozaduras de la piel. La transmisión de persona a persona es rara.

Puede cursar con dolores de cabeza y musculares, fiebre, escalofríos, ictericia, insuficiencias renal y hepática, problemas cardíacos o meningitis, erupción cutánea o hemorragias. Imprescindible el diagnóstico laboratorial y tiene tratamiento, aunque, generalmente, exige hospitalización.

Hace unos días, el colega Diego San Sebastián, del Hospital Veterinario Donostia, notificaba al resto de veterinarios de mascotas guipuzcoanos que en su centro acababan de diagnosticar mediante PCR el quinto caso de leptospirosis en los dos últimos meses, una cifra inusualmente alta y, en todos los casos, las mascotas, o no tenían al día la vacuna o, simplemente, no estaban vacunadas.

Es recomendable intensificar las campañas de desratización.

Melanoma

Me ha dicho mi dermatólogo, el eibarrés  de Amaña, para ser exactos  Dr. Zubizarreta, que debo acostumbrarme a ir con la cabeza cubierta, para prevenir un carcinoma de células basales o directamente un melanoma, cáncer de piel, en el cuero cabelludo o en las orejas, o sea que no valdría la visera de Trump, porque te perforan la oreja igualmente. Me recomienda un gorro con alas o un sombrero tipo “panamá”, curiosamente, originarios de Ecuador.

Recuerdo a mis aitonas, siempre con boina, y a mi aita, especialmente en invierno. Yo la utilizo desde joven para ir al monte y los días que hace frío, pero en verano es incómoda. Todo es cuestión de hacerse, claro. Además, el uso de la prenda de cabeza exige un protocolo ignorado por la mayoría u olvidado ya por los que lo aprendimos en la mili.

Existen diferentes tipos de prendas de cabeza, no sólo sombreros, para cada persona y para cada ocasión, aunque las reglas sean las mismas, incluso cuando se lleva un gorro de esos de “Jhon Deere” en el medio rural o el festivo de “Gora Euskadi”.

Es importante saber cuándo hay que quitárselo. Durante mi actividad laboral, no permitía su uso a nadie, la mayoría jóvenes de origen sudamericano, con esas gorras de béisbol de los yankis, y algunos nativos, en las dependencias municipales. Me miraban extrañados cuando se lo advertía.

Los hombres pueden ir cubiertos en el exterior. En eventos deportivos, tanto en interiores como en exteriores. En el transporte y edificios públicos como, por ejemplo, una oficina de correos, aeropuertos, hoteles, bancos, el recibidor de alguna oficina, los ascensores o en tiendas o cafeterías.

Por cuestión de respeto, deben descubrirse en edificios de las administraciones (colegios, bibliotecas, juzgados) o privados, como un domicilio. En la mesa del restaurante, cine o teatro durante una función. En el puesto de trabajo, hospital o en cementerios y zonas de culto –salvo sinagogas–. Mientras suena el himno de un país, aunque sea en un evento deportivo o al paso de la bandera en un desfile. Lo mismo cuando le presentan a una persona o saluda a una persona mayor o superior en jerarquía, o a una dama. Descubierto, la prenda se mantendrá en la mano, sin que se vea su interior.

Las mujeres no tienen que seguir este protocolo con el sombrero. Pueden llevarlo cuándo y dónde quieran, salvo en el puesto de trabajo y si impide la visión a otras personas en funciones de cine o teatro o lugares de culto religioso.

Los rojos no usaban sombrero

Era el lema publicitario –entonces no se decía eslogan– que utilizó la Sombrerería Brave, de la madrileña calle Montera número 6. Al inicio de los cuarenta, bajo el puño de hierro del fascismo, incluso la boina, de no ser roja, con o sin borla amarilla, era sinónimo de desafección. 

Sinsombrerismo

La transgresora iniciativa partió de un grupo de mujeres de la Generación del 27 como signo de rebeldía. Incluso Borges publicó en 1933 un artículo, Los intelectuales son contrarios a la costumbre de usar sombrero.

El asunto se dulcificó tras la victoria aliada, en 1945. Así como, discretamente, desapareció el, obligatorio desde 1936, “Saludo Nacional”, brazo en alto para los civiles, el uso del sombrero fue disminuyendo en las testas varoniles y, de paso, acortando distancias sociales, por impulso, entre otros, del presidente Kennedy.

Ahora, como consecuencia del cambio climático, volvemos a cubrir nuestras cabezas, pero por razones de enjundia.

Toros en Azpeitia

En esa plaza y en la de Deba es tradicional que, a la muerte del tercer toro, la banda municipal interprete el Zortziko fúnebre del organista azkoitiarra José Ignacio Aldalur, en memoria del valeroso banderillero del barrio debarra de Itziar, José Ventura de Laca, El Marinero, uno de los mejores rehileteros del momento, que falleció el 2 de agosto de 1846 a consecuencia de la cogida sufrida la víspera cuando, en la cuadrilla de José Ituarte Zapaterillo joven, banderilleaba a un toro negro de casta navarra. El caso es que una curandera de Deba ya le había advertido la víspera de que debería prevenirse de un toro negro: “Si no te cuidas de él, lo tuyo está visto”. El respetable puesto en pie, descubiertas sus cabezas y los toreros y sus cuadrillas, desmonterados, escuchamos respetuosamente a la banda de Azpeitia en su solemne interpretación.

Hoy domingo

Ensalada de endivias y salmón. Kokotxas en salsa verde. Melón y cerezas. Rosado de Inurrieta. Agua del Añarbe. Café e ignacios de pastelería Egaña de Azpeitia.