Arreglar

Hace unas semanas, el pretendiente Pradales afirmaba solemnemente que iba a “arreglar” Osakidetza, dando por sentado que no funcionaba bien, opinión que compartimos sólo en parte, pero impropia del candidato del mismo partido que ha gestionado el Servicio Vasco de Salud durante mogollón de años, porque ponía en solfa la gestión de quien, ejerciendo ahora el cargo, el antiguo remero de La Sotera, pretende relevar. Seguramente se trata de un lapsus linguae, propiciado por la confianza que le inspiraba un público afín.

Cesantes

Durante la Restauración, 1874-1923, se instauró el bipartidismo –conservadores y liberales, Cánovas del Castillo y Mateo Sagasta–, ambos basados en el caciquismo, que facilitó la generalizada corrupción política. Cuando uno accedía al poder, daba empleo a los suyos, los del carnet, desde el ministro hasta el conserje del Ministerio, pero cuando perdía las elecciones se producía una limpia generalizada y a todos les “ponían ruedas”, con la consecuente parálisis administrativa, que duraba semestres. Como consecuencia de una huelga en 1918, el funcionariado obtuvo la condición de permanencia con independencia del partido político que gobernara, finalizando teóricamente, con la política caciquil. Entonces, los políticos se inventaron los asesores, con la misma finalidad. Así, hasta nuestros días.

Algunos opinan que en Osakidetza habría que adoptar aquella medida. No basta el cambio de lehendakari y consejera. La cirugía debe ser radical, afectando a todos los cargos de designación y asesores.

Obviando algunos aspectos de gestión de personal y planificación mejorables, la Osakidetza hospitalaria funciona por encima de las medias estatales y europeas. Lo digo convencido y con conocimiento de causa, como profesional y como usuario. Hay buenos médicos e investigadores, con publicaciones en revistas punteras de las diferentes especialidades, aunque quizás debieran prodigarse más en los medios generalistas haciendo educación para la salud, como hacen los que trabajan también en la privada. Disponen de una tecnología de vanguardia y la mayoría del personal roza la excelencia, desde farmacéuticos, enfermeras y auxiliares hasta camilleros. Además, ofrecen una óptima hostelería, que “se cuece” en unas cocinas cuyo funcionamiento –Hospital Donostia– conozco, y que darían para un tratado de organización y buenas prácticas de hostelería hospitalaria.

Otro día entramos en la compatibilización de lo privado con lo público por parte de algunos médicos, en los márgenes del incremento de la productividad, la precariedad del personal y en el absentismo, por sexos, con perdón.

Investigar

El candidato Pradales, satisfecho de su centro de salud cuando acompañó a su hija, debería profundizar en solitario en el conocimiento de la asistencia primaria en ese mismo lugar y en otros de nuestra geografía, manteniendo una charla informal con los profesionales, sin la compañía de directivos, jefes y jefecillos sonrientes y complacientes que, en estos casos, siempre acompañan a los postulantes en campaña.

Además, estos contactos podrían servirle para contrastar las manifestaciones laudatorias, confidencias y expertas opiniones en corrillos de esos desertores del fonendo, trepas, con edad de jubilarse que ahora se promocionan en eventos y reuniones a las que concurre.

Si es capaz de lograr ese trato directo con interlocutores independientes, quizás llegaría a la conclusión de que el modelo OSI está periclitado, porque no obedece a las demandas de la sociedad actual, con una pirámide de edad diferente a la de hace treinta años y que es conveniente “darle una vuelta” al organigrama. Sabe que “no hay que tener miedo a avanzar despacio. Hay que tener miedo a quedarse quieto”, como dice el proverbio chino.

Asistencia primaria

El auténtico caballo de batalla. Nadie pretende privatizarla ni desmantelarla. Eso lo dejamos para las “plataformas” que a partir de ahora se prodigarán, alborotando a los incautos.

Una nueva estructura contemplaría las unidades de gerencia y dirección médica de la asistencia primaria, organizadas a partir de la Unidad Básica de Atención (UBA), constituida por el médico y el enfermero.

Todas las UBAs del centro de salud constituyen el Equipo de Atención Primaria (EAP), que asume todos los pacientes, desapareciendo los cupos. Los pacientes eligen al médico que les atenderá si es posible; de lo contrario, será otro del EAP quien, con su autonomía funcional, organiza su actividad y agendas. Se reúne en sesiones semanales donde trata de la patología de los pacientes más preocupantes para que todos la conozcan, establecen planes de actuación conjuntos, revisan y reconducen los tratamientos de los polimedicados y otras actuaciones de interés general, incluido el programa de educación para la salud. Además, tendrá un hospital y un especialista de referencia para cada especialidad, siempre el mismo, que asumirá el reciclaje en avances y novedades.

La jornada laboral debería ser de mañanas, con guardias obligatorias hasta las cinco de la tarde, en régimen rotatorio. A partir de esa hora, en el PAC (Urgencias), para todas las UBAs, cuando les correspondiera.

El sistema actual, que no sustituye las incidencias y escaso de recursos humanos, no se puede mantener, es obsoleto y la excusa de la falta de médicos, que sirvió para disimular las carencias de la gestión de personal, no se sostiene.

Los directivos de Osakidetza tienen que planificar el trabajo, organizarlo y gestionar. Que no sean las administrativas de personal las que controlen las sustituciones. Es trabajo de directores médicos y ya es hora de que bajen a la arena. Otro día nos referiremos a la atención de las administrativas precarias de los mostradores y las telefonistas.

Hoy domingo

Menestra de verduras. Antxoas fritas. Fresas. Crianza Solagüen. Agua del Añarbe gran reserva. Café y petit fours.