Estampa cuartelera. O carcelaria. De comienzos del pasado siglo. Una jornada de sol justiciero. Soldados o presos, con la cabeza rasurada –para evitar las liendres de los piojos– sacan sus literas de madera y colchonetas al patio para que el sol las desinsecte. Por efecto del calor, los bichitos caen “como chinches”, componiendo una alfombra de color ocre para ser pisoteada. A partir de ahora, el lector puede comenzar a rascarse. Es lo normal y es cosa rica, rascarse donde pica.

Los/las chinches

Cimex lectularius. El inclusivo –es palabra “ambigua”, según la RAE–, insecto hemíptero es un parásito externo, con el cuerpo aplanado y casi elíptico, de unos cuatro milímetros de longitud, visibles sin dificultad, similares a la semilla de una manzana y de color rojo oscuro, con las alas muy cortas e inservibles para volar, que se alimenta de la sangre del ser humano, produciendo irritantes picaduras. No confundir con pulgas, mosquitos o garrapatas. Ni con la chinche pestosa.

Acechan entre las sábanas. No he podido resistirme a tan sugestivo comienzo de párrafo. Es de hábitos nocturnos. Durante el día se refugia en las ranuras de las mesillas de noche, camas, somieres, jergones, fundas de los colchones, alfombrillas, armarios, sillones y sofás, zócalos, juntas del papel pintado, grietas de las paredes, enchufes o cualquier otra oquedad que pudiera existir en la habitación.

Con sus pequeñas patas, apenas pueden recorrer unos pocos metros, pero son grandes viajeros. Lo hacen en nuestras ropas, bolsos, mochilas, maletas y, de esta manera, pasan de casa en casa. Y se reproducen a gran velocidad.

En contra de lo que la mayoría piense, no están necesariamente ligados a bajos niveles de renta pero el coste del tratamiento puede explicar que la infestación dure más en los hogares modestos.

Los hemos visto en sórdidas pensiones, infraviviendas, pisos “pateras” o de estudiantes. En tálamos nupciales con dosel y catres con manta mulera. En hoteles muy estrellados, viviendas de personas de orden, cristianos viejos, burgueses capitalinos, en lo mejor de la ciudad y en modestos pisos de protección oficial. En hospitales públicos y privados, restaurantes y figones. Su ubicuidad es asombrosa. Nunca tuvimos casos en iglesias. Quizás por el olor a incienso que, como el clavo de olor, la lavanda y otras plantas aromáticas, les repelen.

Su comportamiento en la cama

Es el medio en el que mejor se desenvuelven. Detecta a la víctima, le inyecta con la saliva un anestésico, un anticoagulante y un vasodilatador, y luego succiona la sangre con su robusta trompa. Puede repetir la misma operación dos o tres veces antes de retirarse a su escondite. Por la mañana, se apreciarán las irritantes picaduras, generalmente en línea, como ocurre también con las pulgas, con picazón, rubor e incluso dolor. También puede producir reacciones alérgicas. Se alimenta una vez cada siete días, pero puede permanecer en ayunas durante varios meses.

Insecto ‘cool’

París, la ciudad de la luz, el amor, la moda y los chinches. Ha elevado al insecto de marras a la modernidad con la infestación masiva que ha provocado y que afecta a cines, medios de transporte, hospitales y bibliotecas. Según la Agencia Nacional de Seguridad Sanitaria de Alimentación, Ambiental y Ocupacional (ANSES), uno de cada diez hogares está infestado.

Y la infestación amenaza con extenderse a todo Europa. Y en esta ocasión, nada tiene que ver el cambio climático, aunque el aumento de las temperaturas reduce el tiempo de eclosión de los huevos en cinco días. En las últimas semanas, a Macron le crecen los enanos. Y los chinches. ¡Vaya racha!

Hace una decena de años, algunos barrios castizos madrileños, Nueva York o Londres eran notables focos emisores. Siempre lo ha sido el Camino de Santiago y sus albergues. Los servicios municipales de Sanidad de esas y otras localidades intentaban controlar su expansión con evidente éxito. El pasado mes de agosto se detectaron en el hospital de Albacete y en septiembre en el de Málaga.

Por cierto, no está probado que transmitan enfermedades, como ocurre con los mosquitos, pulgas o garrapatas.

Cómo localizarlos

Por sus deposiciones y manchitas de sangre, en sábanas o colchas. Revisando sus posibles escondites. Yo siempre lo hago al llegar a un hotel.

Cómo actuar

Este problema nos puede ocurrir a cualquiera. Algunas víctimas temen ser estigmatizadas, lo que les impide comunicar el problema y adoptar medidas con rapidez. No pierda la calma. Su eliminación es posible, aunque no fácil. Ni barata. Ni rápida. La mayoría de sus pertenencias podrán ser tratadas y salvadas. Tome medidas para impedir que se extiendan por toda la casa y nunca utilice insecticidas en spray.

A veces hay que abandonar temporalmente la vivienda y tirar muebles y colchones. Si es así, comuníqueselo al servicio municipal correspondiente para evitar que los recojan otras personas y se propague la infestación. Lave toda la ropa a temperatura superior a 65ºC. Si bien la congelación puede matar a las chinches, las temperaturas deben permanecer muy bajas durante un tiempo prolongado.

Pase concienzudamente la aspiradora por la habitación, muebles incluidos. Puede eliminar algunos chinches. Cambie la bolsa de la aspiradora cada vez que la use para que los chinches no puedan escapar. Coloque la bolsa usada dentro de una bolsa de plástico herméticamente cerrada y en un contenedor de basura al aire libre.

Lo más sensato es confiar en profesionales acreditados que, con insecticidas de uso profesional y aplicación del calor, solventarán el problema en tres semanas.

Hoy domingo

Acelgas con refrito de ajos y jamón. Mejillones al vapor en salsa verde. Manzana asada con queso fresco Elsa de La Arboleda (Bizkaia), elaborado artesanalmente, pero con todas las garantías sanitarias, por Andrés Zaitegui, con la leche de las mejores vacas de Galdames. Vino tinto Club de Cosecheros, reserva 2015 Muruamendiaraz, que está a punto de pasarse. Agua del Añarbe. l