A patxas. Es lo que dicen en Bilbao cuando se trata de pagar a escote. Así abonaremos los casi dos millones de euracos que nos va a costar el nuevo balandro de regatas que compraremos al Preparao para que se entretenga en sus bien merecidas vacaciones palmesanas el año que viene, una vez que supere el estrés que le está ocasionando la ronda de consultas para la formación del nuevo Gobierno. A eso añadiremos el coste anual de mantenimiento y personal, a costa de la Armada, o sea sueldos públicos. ¡Que no falte de nada!

Al Campechano le costeábamos en su época de cadete, la alegría del sabadete, en la suite del Gran Hotel zaragozano. Como le cogió gusto a la cosa, lógico por otra parte, de aquellos polvos este barrizal, con las que sabemos y con las otras y, nosotros, sufragando las deliciosas prácticas del furor braguetil durante décadas.

Y esto con un gobierno comunista y bolivariano como el actual, convertido en su guardia de corps, por “razón de Estado”. No quiero pensar de lo que sería capaz un gobierno conservata, tan patriotas y monárquicos, guardianes de nuestros valores eternos y con destino en lo universal.

Dicen los más ingenuos que es la monarquía más barata de las europeas, obviando los enredos de la jungla presupuestaria para eludir los controles parlamentarios, administrativos, hacendísticos y del Tribunal de Cuentas sin el menor pudor. Vuelvo a Castelao: “Mean en nosotros y tenemos que decir que llueve” y encima, se parten de risa, añado.

En el hospital

Hace un par de semanas, al finalizar nuestra reunión txakoliñera en Kañoietan, me abordó un socio que estaba cocinando para unos médicos, uno de ellos de gran prestigio y recientemente jubilado, para comentarme lo mal que funciona Osakidetza. 

Por su trabajo, conocía muchos entresijos, dimes y diretes de ese patio de vecindad que es el complejo hospitalario y, a su juicio, todo era un desastre, comenzando por las Urgencias. Esto comienza a ser el mantra de los políticamente correctos. Nunca ha sido mi palo preferido. No pude compartir su opinión y se lo dije. Como paciente, conocí Urgencias hace unas semanas y nada negativo puedo aportar. Su porcentaje de errores es asumible, inferior a la media europea. He comenzado la semana ingresado para una intervención quirúrgica que, finalmente, no se ha producido. He estado en hoteles mejores, pero era un hospital. Me han atendido buenos profesionales, la mayoría precarios, algunas pendientes del resultado del examen que acababan de hacer, pero entusiasmadas con su trabajo y, desde mi perspectiva de paciente, que algo sabe del asunto, bien dirigidos. Ahora, estoy con la condicional, porque debo volver en unas semanas.

Esto del descrédito apriorístico de la atención hospitalaria, de la enseñanza o de la seguridad no obedece a una realidad objetiva sino a una táctica: sacar la política del Parlamento para hacerla con plataformas controladas.

Siempre pretendo situarme en el eje del rigor y de la veracidad. Para la propaganda y el catastrofismo, ya están otros, que cobran para eso.

La gestión de los recursos humanos

A sabiendas de la dependencia de Madrid para muchos temas, algo que se oculta intencionadamente, es manifiestamente mejorable. Y ahí radica la principal dificultad. Los políticos deben aceptar que la gestión del personal y la comunicación deben confiarse a profesionales cualificados, aunque carezcan del carnet, o no sean médicos que, recordemos, no han estudiado gestión de recursos humanos y mucho menos hospitalaria durante la carrera y ese déficit no se arregla con un cursillo de esos a los que aludía un magistrado para ser epidemiólogo.

La plantilla estructural de Osakidetza es de más de 27.500 profesionales, de las cuales el 79% son mujeres. De ellas, 8.526 trabajadores con nombramiento temporal, pero 2.209 de esos trabajadores son eventuales previos a la modificación del Estatuto Marco y, según los sindicatos, corren el riesgo de perderse esas plazas, a pesar de que la práctica demuestra que son estructurales, pero sin código asignado para su inclusión en las plantillas orgánicas, lo que no parece estar previsto hasta que se resuelva la OPE de estabilización en curso, en todas las autonomías, en virtud de la Ley de 2021 de medidas urgentes para la reducción de la temporalidad. No es un problema exclusivo de Osakidetza.

Pendiente de sentencia judicial el asunto de las filtraciones de los exámenes, parte del personal interino desconoce los resultados de la última OPE celebrada y, por si acaso, las aspirantes que, tal vez, obtuvieron plaza, han tenido que inscribirse en la nueva OPE y someterse a un nuevo examen. Una desconsideración y unos gastos en tiempo y dinero de los que nadie les resarcirá.

Convenio obsoleto

A todo lo anterior se le suma la obsolescencia del convenio regulador laboral, que data del año 2009 y que, me aseguran, tratan de negociar con Osakidetza, mientras desde la casa madre les dan largas, argumentando que se trata de un asunto de mucha enjundia que exige negociadores de alto nivel.

Pero, sin apartarme del rigor y de la veracidad, recuerdo que el gasto en salud en Euskadi por persona es 330 euros superior al de la media europea, y que Osakidetza paga los salarios más altos a los médicos de familia, dentro del reducido margen que dispone para mejorar esas condiciones.

Privatización

Este mantra pierde fuerza pasada la campaña electoral. No se lo creen ni sus creadores, que saben que se destina el 6% a conciertos con el sector privado, mientras que la media española es de 8,76% y la catalana supera el 23%, y sin mencionar a los tarugos, que, en algunas latitudes, todavía perduran.

Campaña de vacunación

Contra la gripe y el covid 19. Las vacunas son efectivas y el mejor remedio para hacer frente a estas dos enfermedades víricas. Vacúnese si es del colectivo de riesgo.

Hoy domingo

Sopa de pescado. Bacalao al horno patatitas panadera. Manzana asada con queso fresco Elsa de La Arboleda (Bizkaia). Agua del Añarbe. Feudo.