onfieso que no me afecta para nada lo del toque de queda. Me fastidia un poco el confinamiento perimetral. Tenía pendientes unas alubias en Albiztur con gente querida. Además, hace meses que vivo semiconfinado y así pienso seguir, sin necesidad de que me tenga que convencer el mismo cuentista que, ahora en la nómina de Urkullu, no hace tantos años, nos aseguraba, que la autovía con Navarra serviría para que viniera la división acorazada a aplastar nuestras ansias de libertad.

Comienzo a sospechar que los datos son peores de lo que los desinformativos oficiales comentan, porque se ha iniciado una nueva oleada de comentarios lisonjeros sobre la entrega, el valor y el coraje de los profesionales más implicados en la lucha contra el COVID-19 y la ola de solidaridad que inunda el país. Regresa a mi memoria la reflexión del coronel Dax en la película de Stanley Kubrick (1957), Senderos de gloria: "Dejaréis de ser héroes cuando a los políticos les interese. Ahora sois carne de cañón, por eso os llaman héroes".

Omite nuestro particular coronel Jonan Dax los niveles de precariedad del personal sanitario en general y de los que atienden la atención primaria y las UCI en particular, y los años que llevan en esa situación "consolidada" como candidatos al desempleo. Si se portan mal, si pían, por ejemplo, se les puede despedir sin que pase casi nada. Pero mejor obviar el tema de las plazas hospitalarias porque está sub iudice, desde que se enteró de las presuntas irregularidades la leal oposición -después de 50 años- y le costó el puesto indebidamente, con premeditación y alevosía, a un consejero, pésimo orador, pero acreditado buen gestor. Vamos a esperar cuánto tiempo tardan los mismos cruzados de la transparencia en interesarse por el acceso a la universidad pública.

Lo hemos comentado en anteriores ocasiones. La política de personal en las administraciones es lo que menos preocupa a los gestores políticos, en su natural desdén hacia los funcionarios. Recuerdo unas declaraciones del que nombraran en Donostia al tomar posesión de su cartera, diciendo que pretendía trasladar la gestión de la empresa privada a la Administración. Hubo quien se hizo ilusiones. Su brindis al sol me pilló mayor. Era perro viejo y había escuchado idéntica majadería en otras ocasiones. Desde entonces, hace un par de años, se ha incrementado la precariedad en el empleo en la función pública, ante la pasividad sindical.

La inmensa mayoría de los empleados municipales de Hondarribia, por ejemplo, son interinos. En el Ayuntamiento donostiarra, el que mejor conozco, casi un centenar ha reclamado vía judicial al Ayuntamiento -hay muchos más- una solución en la línea de lo dispuesto por la sentencia del Tribunal de Justicia Europeo de 19 de marzo de 2020. Me consta que no es la forma más ortodoxa de acceder a la Administración pública, si exceptuamos algunas plazas de Osakidetza y Universidad, pero hay que buscar una solución política a tanta precariedad.

En la última comisión del Pleno donostiarra, un concejal del PP presentó una trabajada moción sobre el tema, después de haberse trabajado la Directiva 1999/70/CE del Consejo sobre el trabajo de duración determinada en las administraciones públicas, de la aludida sentencia y del auto de 30 de septiembre de 2020. Recordaba que el principio de primacía del Derecho de la Unión, implica a todos los órganos e instituciones del Estado miembro, administraciones municipales incluidas y le parecía motivo suficiente para replantearse las ofertas públicas de empleo en marcha, con el desembolso económico y de recursos que suponen, y proponía consensuar una fórmula para solucionar el abuso de la temporalidad, alertando sobre el coste de posibles indemnizaciones a costa de todos los donostiarras claro, porque la administración siempre dispara con pólvora del rey, lo mismo sea campechano que preparado.

El delegado de Personal, dejando por un momento de lado sus conversaciones del WhatsApp, le respondió con un impresionante solo de batería, instrumento del que ya había demostrado antes de ponerse la corbata, ser un virtuoso. Sentado en su taburete, accionaba con su pie derecho el bombo, y con el izquierdo el platillo charlestón; los toms aéreos y el base, alternando baquetas y escobillas para los redobles o para percutir la caja y los otros tres platillos, ride, crash y splash. Incluso disponía de un bongo, para su uso, llegado el caso. O dicho de forma menos percusionista, le pegó a los reglamentos UE, la directiva, la trasposición, el órgano legislador, el tribunal supremo, la dirección jurídica, y todo tachín, tachín, chis, pim, pam, pum, a un ritmo frenético, dando a entender a los ignorantes, que dominaba y le importaba el asunto y al resto, la mayoría, más prudentes y educados, sin derecho a réplica, que no pensaba mover un dedo, porque el adiós de una mujer se llevaba la paga, el vino y el placer y en su vieja habitación hay cortinas para que no entre el sol. Dicho lo cual, la comisión pasó al siguiente punto del orden del día y él, a responder los mensajes que se le acumulaban en el WhatsApp.

Dentro de unos meses, cuando vengan mal dadas, tampoco pasará nada. A los hechos me remito. Con la chapuza del metro, ¿ha dimitido alguien?, alguno de los técnicos que firmaron y cobraron el proyecto, ¿ha sido cuestionado? Nada. Más proyectos, nuevas obras, más gasto en obra pública y todos contentos porque sabemos lo que eso supone. El COVID-19 se ha encargado de que olvidemos el socavón. Además, a nadie le importan las tribulaciones del personal de la administración. Total, para lo que hacen.

Doctor en Veterinaria