Vive nuestra sociedad un momento de miedo, incertidumbre, ansiedad, desconocimiento ante una epidemia, quizás pandemia, por un virus que, seguramente, desde un animal ha pasado y contaminado a un humano y desde aquí un rosario de afecciones por el mundo. Su origen ha sido, como tantas veces en la historia, el mundo asiático, alcanzando Europa y otros continentes. En la cultura de aquellos, en sus mercados se ofrecen animales vivos para luego ser cocinados. Pudiera ser un origen de esta antropozoonosis.

¿Qué nos puede enseñar la historia de la medicina para comprender nuestra actual vivencia y vislumbrar el incierto futuro ? Cabalmente estudiada, más en estos tiempos de crisis, y siempre, el conocimiento histórico-médico nos puede dar pistas, claves del presente y del futuro.

En todas las épocas hay constancia escrita de padecimientos similares al actual, desde las llamadas pestes de la Antigüedad Clásica, Grecia y Roma, hasta la trágica peste negra medieval de 1348, las renacentistas, el sudor ánglico, la viruela, el tifus exantemático, el cólera del siglo XIX, hasta la última gran pandemia de la gripe de 1918, mal llamada gripe española, sin ser exhaustivos.

Ante una situación epidémica tenemos que valorar varios niveles de actuación y respuesta.

La primera, la visión de la comunidad médica o científica y los poderes públicos; la segunda la reacción de la sociedad; la tercera, en nuestro caso, el relato de los medios de comunicación, influído por los dos primeros.

Si retornamos a la Historia veremos que tanto en las llamadas pestes en la Antigüedad Clásica (la de Galeno, Orosio, Tucídides) como las medievales y renacentistas, los médicos se encuentran desbordados, algunos enferman, otros huyen, como Guy de Chauliac, arquiatra pontificio, que se escapa del foco pestífero, actitud que recrimina Petrarca en carta al Papa, o la huída de Galeno de Roma ante situación similar.

Es el miedo a lo desconocido. También hubo actitudes heroicas. Hasta finales del siglo XIX, obra de Pasteur y Koch, no había conciencia de la existencia de gérmenes agentes de la enfermedad. Costó al químico Pasteur convencer a la comunidad médica de la existencia de esos patógenos claves en la dolencia. No tuvo la misma suerte, veinte años antes, el húngaro Semmelweis, del que se rieron sus colegas médicos, y le tacharon de lunático por decir que había que lavarse las manos para evitar el contagio de algo que aún no se sabía muy bien. El cirujano Lister, en cambio, al leer a Pasteur, se dio cuenta de su grandeza y aplicó a la cirugía los primeros métodos antisépticos, con enorme éxito. Se pasó de entender aquellos procesos mortíferos y contagiosos como derivados de los miasmas, de cambios en la naturaleza, nieblas persistentes, influencia astral (de ahí el término Influenza de la gripe), al moderno concepto de los gérmenes, virus causantes de la dolencia.

Hoy, conocemos muy bien tantos aspectos de la microbiología, de las vacunas, de los fagos, así como la tipificación exacta de cada patógeno. La visión histórica nos enseña que la lucha entre esos agentes y los humanos será cruel, se mantendrá en el tiempo, el pavor a alguna oleada epidémica especialmente virulenta se espera, ellos o nosotros, sin hablar de las resistencias a nuestros antibióticos.

Importa conocer la reacción de la sociedad ante la epidemia y comprobamos que son similares en todas la etapas históricas, muchas veces irracionales y delirantes. Hay que leer las obras literarias, Bocaccio en su Decameron, para ver cómo reaccionó la sociedad italiana ante la peste negra de 1348, o Manzonni, en Los novios para conocer la peste de Milán del siglo XVI, o Camus en La peste, en Argel. Conductas de huída, de cierre de fronteras, de estigmatizar a un grupo poblacional, los judíos en la Edad Media, y la búsqueda de todo tipo de remedios desde al ajo, la mandrágora, la leche, etc. hasta la petición de la ayuda divina.

En el caso actual estamos viendo y viviendo algo similar, agudizado por los medios de comunicación: cierre de territorios, alarma social, estigmatización de la población china, pérdidas económicas, cuarentenas desmedidas. Queremos seguridades, que no nos puedan dar o las que nos dan no nos parecen suficientes. La reflexión histórica nos debe llevar a una conducta de serenidad y responsabilidad de todos: médicos, sociedad en general, medios de comunicación y responsables políticos. No será la última, pasará, otras vendrán y repetiremos los mismos patrones.

Profesor titular de Historia de la Medicina de la UPV/EHU