uando en los últimos meses estamos asistiendo a una continua entrada de capital extranjero en nuestras empresas, tanto consolidadas como startups, debido al gran déficit estructural que tiene este país por no disponer de una potente industria financiera, la noticia de la adquisición por parte del fabricante guipuzcoano CAF a Alstom, su principal competidor en Francia, de la planta de Reichshoffen, en la región de Alsacia -una de las instalaciones más punteras con las que contaba, antes de que se fusionara con Bombardier-, debe congratularnos y enorgullecernos al ver como una compañía vasca está escalando posiciones de gran calado en los dos de los mercados más importantes del mundo en el sector ferroviario como son los de Alemania y Francia.

La operación, como consecuencia de la desinversión de activos que Alstom tenía que hacer para que la Comisión Europea aprobase su fusión con Bombardier, no solo supone la entrada de unas instalaciones estratégicas para afrontar el mercado francés y también el alemán por su proximidad, sino la construcción de las plataformas de los trenes de media distancia Coradia Polyvalent, que circulan por el país galo, y Talen 3, que transitan por vías alemanas. El primer modelo, que ya ha sido adquirido por cuatro regiones francesas, cuenta con una tracción de hidrógeno, cuyo sistema será proporcionado por Alstom-Bombardier, atendiendo a los contratos de producción en curso.

Esta circunstancia hace que en la planta de Reichshoffen, que cuenta con una plantilla de 780 empleados y una facturación de 300 millones de euros al año, continúe a pleno rendimiento con la entrada de CAF al tener asegurada una cartera de pedidos para los próximos cuatro años. Y todo ello por un importe de 75 millones de euros, que es lo que CAF abonará para hacerse con la propiedad de estas instalaciones, una cifra por debajo de la que se hubiera pagado si el proceso de desafección de los activos de Alston, a la que le obligó la Comisión Europea, se hubiera hecho dentro de un proceso normal y no con la férrea y pertinaz oposición que, desde que se inició el procedimiento hace año y medio, ha mantenido la compañía gala para evitar que CAF, a la que considera su más directo competidor, se hiciera con la planta.

Sin embargo, la realidad es muchas veces tozuda y se impone a la prepotencia y a la arrogancia de una compañía que como Alstom ha demostrado en todos aquellos escenarios en los que ha estado presente CAF para reducir al máximo su presencia en el mercado francés, después de que, en dos ocasiones, le arrebatara dos importantes contratos públicos. El último, precisamente en alianza con Bombardier -la compañía canadiense con la que después se fusionó-, por valor de 2.560 millones de euros para la construcción de 146 trenes de cercanías, y donde el fabricante galo interpuso al menos cuatro recursos, alegando irregularidades y más información sobre el rechazo a su propuesta -600 millones de euros más cara que la de CAF-, para evitar que la empresa guipuzcoana se hiciera con la parte del contrato que le corresponde.

Siguiendo con esa cultura empresarial acostumbrada al monopolio, precisamente en un país donde el nacionalismo económico ha sido una de sus señas de identidad, y no aceptar un mercado de libre competencia, como el que se persigue en la Unión Europea, Alstom se empeñó a toda costa en que la compañía checa Skoda -40 veces más pequeña que CAF-, se hiciera con la planta de Reichshoffen y así evitar la entrada del fabricante guipuzcoano.

Después de varios meses de negociaciones, Skoda tiró la toalla ante la imposibilidad de dotar de futuro productivo a esas instalaciones, ya que toda su actividad está totalmente radicada en la República Checa, con lo que tras ampliar unos meses el plazo de ejecución de venta por parte de la CE, a Alstom no le ha quedado más remedio que recurrir a regañadientes a CAF para deshacerse de la planta. La razón es el gran peso industrial que tiene CAF no solo en Francia, avalado por los importantes contratos públicos que se ha adjudicado, sino en el conjunto de Europa, desde los países nórdicos hasta el sur.

En este sentido, los ya extrabajadores de Alstom han puesto de relieve este factor competitivo de CAF frente a Skoda, al calificar a la compañía checa como un "francotirador, que no tiene ninguna implantación en la Europa Occidental y que provoca desconfianza en los clientes". De la misma forma, el portavoz de los sindicatos CGT, FO y CFE-CGC presentes en la planta de Reichshoffen, Daniel Dreger, no dudó en mostrar su satisfacción por la entrada de CAF por lo que supone de tranquilidad para los trabajadores, ya que "cuenta con una gran carga de trabajo en comparación con la que podría traernos Skoda".

La adquisición de la fábrica de Alstom por parte de CAF, no solo ha contado con el apoyo de sus trabajadores, sino también de las instituciones y políticos franceses, que han apoyado firmemente la apuesta de la empresa guipuzcoana y su presencia en Francia, hasta el punto de hacerla suya, con lo que ello puede suponer de incrementar de manera muy determinante su posición en ese mercado. Esto quiere decir que, a día de hoy, CAF es tan empresa francesa como lo puede ser Alstom. Un aspecto cualitativamente muy importante, conociendo cómo funcionan nuestros vecinos.

Significa poner de relieve la posición del Gobierno de Macron a favor de la libre competencia, en línea con Bruselas, frente a prácticas de otros ejecutivos galos como el del socialista, François Hollande, que hace más de tres años consiguió que CAF quedase eliminada de un concurso para el suministro de 271 trenes de cercanías y una posible ampliación de 100 unidades más, por un valor de 3.000 millones de euros, porque, según un informe elaborado "ad hoc" , carecía de capacidad técnica y productiva para afrontar el proyecto, cuando contaba con una planta en la localidad de Bagnères-de-Bigorre, en el departamento de los Altos Pirineos. Curiosamente, unas instalaciones donde CAF está realizando inversiones por un importe de 25 millones de euros y donde va a duplicar su plantilla hasta llegar a los 400 trabajadores.

Precisamente, la visita que el presidente galo, Enmanuel Macron, hizo el pasado mes de julio a estas instalaciones, una vez confirmado el megacontrato por valor de 2.560 millones de euros y superado el pertinaz boicot realizado por Alstom, supuso un fuerte espaldarazo a la apuesta de CAF por el mercado francés, hasta el punto de que parece que ha influido de una manera muy determinante en que la fábrica de Reichshoffen pase a manos del fabricante guipuzcoano. Parece que Macron se ha subido al tren de CAF y está no dispuesto a bajarse durante algún tiempo. Todo un ejemplo de diplomacia empresarial, fundamental para avanzar en la presencia de las compañías en los mercados internacionales y que sigue siendo una asignatura pendiente en este país.

Los ya extrabajadores de Alstom han puesto de relieve este factor competitivo de CAF

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