l otro día nos llegó a un grupo de WhatsApp un mensaje en el que nos invitaban a colaborar como voluntarios en una carrera popular. Como recompensa, recibiríamos "un bocadillo, una bebida, una camiseta y 20 euros". No es por hacer apología del bienquedismo ni tampoco pretenden ser estas líneas una crítica al club que envió la propuesta pero, del pack de cuatro recompensas, me sobran los 20 euros. Cuando uno ofrece su tiempo libre para colaborar en la causa que sea, el dinero es lo de menos. Cuando te plantas en un cruce con un banderín o estás en un avituallamiento, la mejor recompensa es el pintxo de tortilla y la caña que te tomas con el resto de voluntarios cuando se ha acabado la faena. Porque, del mismo que no hay carrera sin corredores, no hay prueba que se pueda disputar sin voluntarios. Son imprescindibles. Debería ser de obligado cumplimiento parar siempre en los avituallamientos. Más que nada por respeto a los voluntarios. Si alguna vez coinciden con el gran Indurain en una prueba, fíjense en él. Saluda a todo el mundo y es capaz de tirarse media hora en un avituallamiento. En fin, que no puedo colaborar en la prueba de la que hablaba porque participo como corredor. Un dorsal bien pagado, un dinero bien invertido porque va a parar a uno de los clubes que mejor trabaja la cantera: Bidasoa Atletiko Taldea.