alvo que uno opte por encerrarse en un refugio nuclear, es casi imposible mantener la guardia alta todo el rato. Ómicron consigue cazar hasta a los más prudentes y responsables. Ante la evidencia de que estamos ante una ola irresistible, el Gobierno Vasco ha cambiado de estrategia para gestionar los contagios. Se trata de que el sistema sanitario no colapse porque lo peor puede estar por llegar; cuando acaben las navidades. Osakidetza ha pedido a la ciudadanía un sencillo ejercicio de responsabilidad que pasa por el autodiagnóstico, el autorastreo y el autoaislamiento en aquellos casos en los que no existen síntomas, la consecuencia más común de esta variante del virus. Si se sacan todos estos casos del carril sanitario, el sistema respirará, para alivio de sus profesionales y el mejor cuidado de los enfermos más graves. Llama la atención la reacción tan hostil que esta solución ha encontrado en muchos sectores, incluso, entre algunos de los que se arrogan la propiedad de lo público. Como si en lo público también valiera lo de que el "cliente siempre tiene la razón". Pero llama todavía más la atención cuando se confronta esta reacción con la que se observa en el ámbito privado. Ahí, los que no saben manejarse ante alternativas que prescinden del factor humano son los obsoletos, los que han perdido el tren del futuro. Que yo recuerde, lo de auto empezó hace mucho en los bancos y en las gasolineras y hoy son los supermercados más guays los que convierten al cliente con su complicidad en autocajeros; o mejor, en autocajeras, que casi todas son mujeres.