ace unas semanas estuvieron las redes -antes de caerse y dejar a miles de personas embobadas mirando al móvil sin saber qué hacer- calientes por la iniciativa de un restaurante de Bilbao de prohibir la entrada de niños. No deberían preocuparse tanto. Los datos no engañan. Cada vez más mujeres deciden no tener hijos. Algunas porque no sienten el deseo de ser madres, una decisión que, a pesar de encontrarnos en el siglo XXI, todavía hay gente que no entiende porque reduce a la mujer a la función reproductora; y no es fácil aguantar comentarios resabidillos del tipo: "¡Qué se te va a pasar el arroz!". Pero también hay una parte de mujeres que desisten de la maternidad porque no es fácil compaginar la vida actual con los hijos. Miran a su alrededor y ven cómo las madres se cansan de pedir favores, de reclamar comprensión, dejarse la piel para llegar a todo con la conciencia culpable de que no terminan de estar (ni con sus hijos ni en su trabajo), renunciar a sus carreras profesionales y, a pesar de todo, demostrar que el modelo funciona. No. En el siglo XXI la conciliación es un bonito término con poco contenido en la práctica. Ahora que volvemos a cierta normalidad, a ver si recuperamos un debate serio sobre cómo conciliar la vida personal, familiar y laboral antes de que tener hijos deje de estar de moda...