ltimamente duermo poco, pero profundo; y me cunde bastante, la verdad. El lunes atacaron con un artefacto explosivo una entidad financiera debajo de casa y ni me enteré. Dice el carnicero de enfrente que fue como el reventón de una rueda, y ese día le tocó fiar algún filete, porque en los pueblos pequeños los cajeros automáticos escasean y si quemas uno..., pues eso. Yo dejé a deber 30,23. Luego está el bizum. La otra vez la pescatera no tenía cambio y me soltó un "ya me darás" (1,55 me quedó pendiente). "Pues te hago un bizum", le dije, que ella sí tiene. Total, que me puse a reflexionar y apelé a un tipo que sabe de esto. "Oye, ¿cuánto le queda al dinero físico?", le pregunté por WhatsApp. "Lo que le dure el emérito", me respondió: "Unos diez años". Así que me fui a por el pan, también cerquita... pensativo. Era la comidilla: parece que la Guardia Civil andaba haciendo preguntas por el pueblo. Un policía con el que he podido charlar estos días dice que se jugaría un euro en las máquinas de apuestas a que "son de cerquita, si no del pueblo... y muy jóvenes". Esbozaba una sonrisa porque echaron el dichoso cóctel, o lo que fuese, pero respetando el toque de queda. A las 6.08. "Como les cojan, se van a la Audiencia Nacional de cabeza", decía. Y con un pelín de suerte se llevan la vacuna de Pfizer puesta.