o hay mejor prueba que la trayectoria exhibida por los diputados de Vox en el Congreso para intuir las intenciones que su única representante en el Parlamento vasco puede tener en esta nueva legislatura. No podemos esperar otra cosa que iniciativas que buscan la división y el refuerzo de las posiciones extremas, propuestas para rescatar debates del pasado o quebrar amplios consensos sociopolíticos a base de demagogia y crispación con el fin de proyectar la imagen de Vox contra todos y de todos contra Vox. Ante esta evidencia, PNV y EH Bildu han anunciado esta semana su intención de no entrar al trapo de la formación de ultraderecha. Indiferencia y silencio es justo lo que desarma una estrategia que tiene la antena orientada hacia Madrid para que sus potentes medios de comunicación amplifiquen la voz de su único escaño en tierra hostil, ese relato tan al gusto de periodistas que no acaban de digerir el nuevo tiempo que se vive en Euskadi. Es un cordón sanitario a la vasca, en línea con lo que ocurre en otros países europeos en los que la extrema derecha tiene representación parlamentaria. Ahora solo falta que esta inteligente actitud encuentre reflejo en la calle cuando la caravana ultra de Vox elija una plaza de este país para hacerse propaganda.