on una cuenta atrás en la esquinita de alguna cadena de televisión para alentar la fuga y con conexiones con la Puerta del Sol como si estuviéramos a punto de cambiar de año, Madrid entró ayer a las 22.00 horas en su segundo confinamiento. Esta vez con forma de circo de diez pistas y un espectáculo de desplantes entre instituciones que hace dudar de si estamos ante una crisis sanitaria o democrática. Lo hizo a falta de 48 minutos para que expirara el plazo y con las carreteras atestadas de turismos en su particular operación salida para escapar de las nuevas restricciones impuestas, y tonto el último. Que tienes pasta, a Valencia o Andalucía de vacaciones, que todavía hay sol por allí. Que no, encerrado en el salón con la parienta, los suegros y los niños con salidas contadas a la calle sin abandonar el municipio de residencia. Y bendito trabajo el que lo tenga, que te permita escapar esas ocho horas diarias más transporte, que ha sido el muy deficiente de esta nueva normalidad, al que le han faltado refuerzos y soluciones para garantizar la obligada -en todos los demás ámbitos- distancia de seguridad. Madrid estrena el nuevo confinamiento antes si quiera de que llegue el temido invierno donde catarros, gripes, resfriados y malestares varios se aliarán con el COVID. Los jueces deberán aclarar ahora quién lleva razón: confinamiento sí o no. Pero sin prisa, que Ayuso es fan de la comida rápida pero de la justicia lenta.