rranca por fin el curso escolar en Gipuzkoa, pero no va a ser posible en todos los centros. La vuelta a clase prácticamente no se ha estrenado y ya hay quien va a tener que adaptarse al enésimo contratiempo por el dichoso coronavirus. Es el caso de la escuela Zumadi de Amezketa, tras confirmarse el positivo por COVID de uno de los profesores, lo que ha exigido confinar al claustro por precaución y aplazar una semana el comienzo de las clases. Esto no ha hecho más que empezar pero ya se adivina de qué va la nueva normalidad escolar. Ni el plan de contingencia más exigente garantiza al cien por cien la seguridad sanitaria, por lo que no queda otra que armarse de paciencia, cuidar de los pequeños, de los mayores, e improvisar sobre la marcha, como deberá hacerlo esta misma semana más de una familia de Amezketa. Y no parece que vaya a ser ninguna excepción. Basta echar un vistazo a nuestro alrededor para advertir el escenario que dibuja la pandemia a partir de ahora. Tras la vuelta al colegio el martes pasado en Francia, en tan solo tres días un total de 22 centros han tenido que ser cerrados por precaución tras detectar casos de COVID-19. Paciencia, sensatez y sentido común. No queda otra.