ense todos y todas por besados. Ya que no podemos ir abrazando a amigos y familia, hay que buscar otros sistemas de transmitir cariño, que rabia y mala baba ya se transmite, y mucho, sobre todo en las redes sociales. Yo, que soy una innovadora (ejem) he decidido dar besos a quienes viajan conmigo en el autobús. Y dirán ustedes ¿es esta una de esas que no se pone la mascarilla pero si se contagia de COVID querrá que le atiendan quienes piden encarecidamente que nos la pongamos? Pues no. Yo lo hago de una forma simbólica que me ha hecho merecedora de las risas familiares. Dando la vuelta a la mascarilla. Cuando no era obligado llevarla en todo momento, algunas veces tuve que echar una carrerita para que no se me escapara el bus, que cuando una sale tan tarde de trabajar es una faena y las prisas no ayudan. En una de estas lo pille in extremis con un compañero de trabajo, al que le debió parecer que soy muy apañada y que doy a la mascarilla vuelta y vuelta, porque la llevé del revés todo el trayecto, con los morritos rojitos impresos por fuera. Noté que me miraban y aunque estaba segura de que no era por mi belleza, no era consciente de que fui de las primeras en personalizar la mascarilla. A mi compañero le pareció ideal, porque no me dijo nada. Kaguen!