En las elecciones municipales y forales de mayo, Bildu recogió el fruto de la apuesta por la paz de la izquierda abertzale con la alcaldía de Donostia y el gobierno de la Diputación de Gipuzkoa. Ya se intuía el final de ETA, que se produjo en octubre de ese mismo año, tras la famosa conferencia de Aiete. Envueltos en ese clima que se empezaba a respirar en Euskadi y aprovechando la recepción oficial con motivo de la Semana Grande, el nuevo alcalde Juan Karlos Izagirre y los concejales Iñigo Arcauz y Ramón Gómez protagonizaron un brindis por el que fueron duramente reprendidos por sus jefes en Génova y los medios que les acompañan en sus cruzadas. Ocho años después, un irrelevante brindis navideño para trasladar a toda la ciudadanía los mejores deseos de sus representantes políticos ha vuelto a zarandear al PP vasco. En apenas siete días, ha pasado de brindar con el resto de portavoces políticos (incluido Bildu) y defender su legitimidad para hacerlo frente a las críticas que le han llovido desde Madrid, a repetir la misma escena pero sin hacer chin-chin y torciendo el morro para la foto. Nadie está obligado a brindar con quien no quiere, pero este quiero y no puedo que mira más a Madrid que a los bilbainos, que eran a los destinatarios del acto, refleja el rumbo de los 'populares' vascos, que instantes antes no tuvieron empacho en compartir con Bildu la trinchera parlamentaria contra los presupuestos.