Mientras en la primera pista del circo politiquero hispanistaní seguimos los titubeantes triples tirabuzones dialécticos de Francina Armengol para, según su expresión, que “no mancillen mi buen nombre”, en la segunda se cuece a fuego lento el acuerdo del PSOE con Junts sobre el proyecto de ley de amnistía devuelto a toriles.
A la hora de teclear estas líneas, apenas disponemos de voluntaristas declaraciones de intenciones. Las más entusiastas, por cierto, de los partidos que no están en el ajo negociador. Así, las terminales de ERC y Sumar difunden desde hace dos días que el acuerdo está a punto de caramelo y que va a ser rebueno.
De Junts, sin embargo, no tenemos noticias, más allá de unas difusas manifestaciones de Carles Puigdemont del pasado viernes que fueron interpretadas como que el asunto estaba hecho.
Habrá cambios
Lo del PSOE/Gobierno español tiene su intríngulis. Delante de los micrófonos, los portavoces, siempre con parquedad de palabras, dan a entender que la cosa va viento en popa a toda vela. De propina, se añade, además, que el texto que seguramente será bendecido mañana en la comisión de Justicia del Congreso “no tendrá cambios”.
La pregunta inmediata es si para este viaje hacían falta tales alforjas. No se entiende que se haya perdido un mes (a añadir a la dilación que tiene preparada el PP) si, al final, el documento que se votará en pleno la semana que viene es el mismo que fue tumbado sin piedad por los posconvergentes el 30 de enero.
¿De verdad no hay cambios? Ahí es donde entran las siempre socorridas “fuentes”, da igual de Moncloa que de Ferraz, a apostillar que alguna cosilla que otra sí se tocará. Inmediatamente, sin disimular que se trata de una excusa no pedida, se aclara que la filosofía de la norma se mantiene inalterable y, siguiendo el argumentario a machamartillo, se proclama que todo es para cerrar heridas y por el bien de la convivencia, bla, bla, bla, requeteblá.
Les apuesto un cortado y una magdalena a que habrá algún cambio de más calado que los que se vocean. Si Junts ya se sabía dueño de la llave de la legislatura, el pufo Koldo-Ábalos se lo reconfirma.