Todavía resuenan las palabras del ministro español de Interior en el Senado defendiendo hace diez meses el ascenso a teniente general y el nombramiento para la cúpula de la guardia civil de Arturo Espejo, uno de los implicados de primera fila en el secuestro, torturas y asesinato de Mikel Zabalza en noviembre de 1985.

La teoría de Fernando Grande-Marlaska era imbatible. “Nunca fue imputado”, bramó ante el pasmo de la senadora del PNV Almudena Otaola y el senador de Geroa Bai Koldo Martínez, que le habían interpelado por el asunto. Pasaba por alto el ministro que las supuestas investigaciones respecto a la actuación del benemérito y otros miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado fueron convenientemente archivadas.

Así que el tipo, como decenas de compañeros de distintos cuerpos, se fue de rositas y pudo seguir medrando en el escalafón hasta llegar a lo más alto.

Custodio de Zabalza

Arturo Espejo vuelve a ser noticia porque el BOE publicó ayer su paso a la situación de retiro el próximo día 11 al haber cumplido la edad reglamentaria. Se jubila, por lo tanto, con todos los honores y sin haber rendido cuentas de su actuación en el caso que terminó con el cadáver del conductor de autobús navarro en el río Bidasoa.

Aunque solo sea para que vuelva a constar, habrá que recordar que el inminente jubilado fue uno de los tres encargados de la custodia de Zabalza tras su detención y traslado al siniestro cuartel de Intxaurrondo. Lo que ocurrió allí está tasado y medido: Zabalza murió mientras le torturaban con el método de la bañera.

Después vinieron todas las patrañas indecentes. Cuando su madre fue al cuartel a preguntar por él, le dijeron que se dirigiese “a objetos perdidos”. Nada menos que 20 días más tarde, el cuerpo del joven fue “hallado” en el Bidasoa y se difundió la versión de que él mismo se había arrojado al agua tras huir de los agentes que lo habían detenido y lo llevaban a identificar un supuesto zulo.

Un tiempo después, la Audiencia de Gipuzkoa abrió unas diligencias para “esclarecer el caso”. Espejo y los otros custodios estaban incluidos entre los investigados. Pese a los testimonios clarísimos, la causa fue archivada. Memoria Democrática, dicen.