Fue un despropósito desde el principio. El pasado miércoles, El Confidencial, un medio que no es ni remotamente cercano a la izquierda alternativa, informó en exclusiva -filtración mediante, que no lo flipe nadie- de que Marta Lois sería la candidata de Sumar a la presidencia de la Xunta de Galicia. Se adelantaba 24 horas al acto de la coalición yolandista en que teóricamente se iba a anunciar la buena nueva. Picadas en su orgullo, las cabeceras amigas o amiguísimas del espacio a la siniestra del PSOE corrieron a reventar el otro scoop: Lois lideraría unas listas conjuntas de Sumar con Esquerda Unida y, manda carallo, Podemos. Tal cual lo confirmaron al día siguiente en Santiago de Compostela la propia Yolanda Díaz y la elegida por su dedazo. Para mi sorpresa, tal y como consigné en la red social de Elon Musk, daba la impresión de que a todo el mundo le parecía normal que, en medio de la guerra sin cuartel entre las dos formaciones, los morados se dejaran comer la merienda y aceptaran que los heraldos del acuerdo fueran sus encarnizados enemigos. Ese milagro por Navidad no cuadraba.

Efectivamente, al día siguiente vino Pablo Iglesias con la rebaja. El fundador de la cosa y gran imitador de Saturno devorando a sus hijos descalificó el pacto, alentó a las menguantes bases de su franquicia gallega a votar en contra y, como el personaje de Amanece que no es poco, se sacó la chorra y propugnó el sufragio para el BNG. Siguiendo la voz de su amo, el 62,36 por ciento de los participantes en la votación correspondiente, o sea, unos 1.500 paisanos, rechazaron la lista conjunta. Y sanseacabó. Todo hace pensar que la coalición que en 2016, bajo el nombre En marea, fue la primera fuerza de la oposición se va a quedar en cero escaños el próximo febrero. Rueda, delfín de Núñez Feijóo, no podía esperar mejores noticias