Es verdad que hubo un poco de salsa en el exterior del Ayuntamiento, pero para disgusto de los pescadores de río revuelto, la cosa no pasó ni remotamente a mayores. Se impuso el ambiente festivo de los partidarios de la moción de censura –con algún grito que sobró, eso tampoco se puede negar– y, para cuando nos quisimos dar cuenta, todo volvía a ser absolutamente normal en las calles de Iruñea.

Si hubo gresca, fue la que alimentaron los medios de comunicación, mayormente los foráneos pero también alguno del terruño, y los dirigentes políticos de la derecha, empezando por la ya exalcaldesa, Cristina Ibarrola.

Casi todo lo que salió por su boca da para una antología del resentimiento y del mal perder, pero hay una frase que la retratará para los restos a modo de epitafio político: “Prefiero fregar escaleras antes que ser alcaldesa con los votos de EH Bildu”. El tufo a clasismo es insoportable. Un insulto gratuito a quienes se ganan la vida haciéndolo.

Ladran, luego...

En cuanto al ultramonte mediático, nada que no estuviera amortizado por quienes han hecho posible el cambio en la capital navarra. El archiconocido festival de demasías en columnas y tertulias o en los propios encabezados teóricamente informativos.

“El PSOE de Sánchez ejecuta su traición a Pamplona al entregar la Alcaldía a EH Bildu”, clamaba la edición digital de El Mundo. Unos escalones de trementina más arriba, ABC bramaba: “El PSOE culmina la entrega de Pamplona a Bildu”. Como subtítulo, por si cabían dudas: “Rinde el Gobierno de la ciudad a los herederos del brazo político de ETA”.

Y por ahí van todos los exabruptos diestros. Ni siquiera merece la pena glosarlos mucho más. Se los anoto, sencillamente, para que nos hagamos una idea de que este asunto va a seguir siendo combustible para el incendio dialéctico al que se ha abonado la derecha con fruición.

Mi humilde consejo para los destinatarios de las diatribas es que no entren al barro. Como lleva diciendo el nuevo alcalde desde el mismo 13 de diciembre, llegar a la alcaldía con un equipo de gobierno diverso no es el final sino el principio. Hay muchas expectativas y muchas ilusiones que no se deben defraudar.