Ganador de las elecciones en Eslovaquia cuando todo el mundo lo daba por cadáver político: Aterra pensar en su resurreción y, sobre todo, en los motivos que han hecho que su partido sea el más votado. Si en su época como primer ministro ya se distinguió por un conservadurismo a ultranza y un escaso respeto a los principios democráticos más elementales, su paso por la oposición ha terminado de esculpirlo como un populista de extrema derecha sin escrúpulos y, para colmo, prorruso; de hecho, su gran promesa durante la campaña fue acabar con la ayuda a Ucrania. Que Viktor Orbán se haya apresurado a felicitarlo porque “siempre es bueno trabajar con un patriota”, según tuiteó, nos hace temer lo peor.