Al identificarlo he puesto que es periodista y escritor. ¿Debería añadir que también es poeta?

–El término escritor abarca el de poeta. Y el de periodista. Escritor es término generalista, todoterreno, multiuso. Dentro de los escritores, soy narrador. De hecho, hasta cuando escribo poemas cuento historias.

Hacía más de treinta años que no publicaba poemas. Eso no quiere decir, imagino, que no los haya estado escribiendo.

–Es una sensación extraña, sí: 32 años después, uno vuelve al principio, a la publicación de poesía. Los poemas de Las cosas de este mundo surgieron a lo largo de 20 años, después de la publicación de mi segundo y, hasta ahora, último poemario. Eran escasos, pero seguían apareciendo. No puedo explicar la razón. Tampoco sé por qué, en los siguientes doce años, dejaron de aparecer.

Si no le gusta el resultado, ¿hace un gurruño y lo arroja a la papelera o lo guarda por si una segunda lectura le da nueva vida?

–Los gurruños, hoy, son archivos Word. En mi caso, quedan en alguna carpeta del escritorio pero, casi siempre, con el tiempo van al icono que pone “papelera”.

¿Qué tiene que ver en un poema suyo para que decida que merece ser leído por los demás?

–Hum… Esa pregunta es un desafío. Alguna respuesta que se me ocurre sería una insolencia y alguna otra sería de una modestia enfermiza.

Desde luego, no se deja llevar por el preciosismo y los fuegos artificiales al escribir poesía…

–“El verso prosaico en el que escribo”, digo en algún poema. Soy un poeta fácil de descalificar: legible, sencillo, de esos poetas cuyos textos puede entender cualquiera. En el mundo de la poesía, ser comprensible no tiene buena prensa. Me consuela que grandes poetas como Karmelo Iribarren e Itziar Mínguez, entre los próximos, o Luis Alberto de Cuenca y Julio Martínez Mesanza, entre los capitalinos, pueden ser acusados de lo mismo.

¿Cree que su producción poética puede interesar a quienes leen sus novelas o sus cuentos?

–Espero que sí: en el fondo, mis poemas se parecen a mis narraciones. En ellos se cuentan historias. Y mis historias siempre son las de personas como usted o como yo, chapoteando en medio del océano de la vida, moviendo brazos y piernas desesperadamente, para seguir tomando aire.

¿Hago una lectura simplona si digo que escribe sobre las mismas cuestiones en prosa o en verso?

–Hace la mejor lectura posible: escribiendo novelas, cuentos, poemas, incluso entradas de diario, más que expresar sentimientos personales, cuento historias.

Entre nosotros, que nos conocemos desde hace tiempo, percibo en sus escritos en cualquier medio, incluso Twitter, un pesimismo creciente. ¿Exagero?

–Siempre he sido un pesimista antropológico: creo que, si van las cosas mal, tenemos suerte porque pronto irán mucho peor. Twitter confirma esa idea. En términos apocalípticos: quiero felicitarle porque, vistas su edad y la mía, no veremos los desastres morales, económicos (¡incluso deportivos!) que nos esperan a finales de este siglo.

Recuérdenos cuándo estará a nuestro alcance ‘Las cosas de este mundo’.

–El 18 de septiembre, jura la editorial Sloper.