Desde el viernes ha dejado atrás la política institucional. ¿Ya empieza a echarla de menos?

Cuando se te mete el gusanillo de la política es para siempre. Ahora bien, creo que debo alejarme para que quien me ha sustituido en Huarte, Santi Argibide, tenga el margen que necesite. Eso sí, ya sabe que puede contar conmigo.

Estará en la otra política, en la de alpargata y arrimar el hombro…

Yo concibo la política siempre desde ahí. Y dentro de ella, la política de la batalla de las ideas hay que darla siempre y es donde me encuentro más cómodo. Sin un sustrato ideológico, al final solo queda la gestión y eso es la muerte de cualquier proyecto político. Así que ahí estaremos, en la batalla de las ideas.

¿Le va a costar volver a su oficio habitual?

Cuesta cambiar el chip cuando le has puesto sangre, sudor y lágrimas a tu trabajo. No obstante, tener donde volver es una gran satisfacción personal y profesional. Hacerlo, además, a la enseñanza, que es mi otra gran vocación, es todo un privilegio.

¿Tendrá más tiempo para sus investigaciones históricas y la literatura?

Tanto es así, que estoy colaborando estrechamente con un documental histórico sobre el capitán Jaime Vélaz de Medrano, el ignorado héroe de Amaiur. Es unza pena que nuestro Braveheart sea tan poco conocido y espero que eso vaya cambiando con trabajos como en el que estoy inmerso.

Publicó en 2018 ‘Navarra, ¿por qué es un Estado?’, y veo que sigue llevándole de acto en acto…

He percibido mucha hambre por conocer nuestra historia. Es normal, porque al poner el foco sobre cuestiones pasadas que están definiendo la política actual, lo lógico es hacerte preguntas como la que titula mi ensayo.

Aprovecho para preguntarle lo que plantea: ¿Por qué no es Navarra un Estado?

La pregunta del millón… Y por la que escribí el libro, claro. Para responderla tendrías que leer mi libro, pero “por desgracia”, se agotó la edición. Ojalá se volviera a editar…

Sé que tiene a punto de caramelo una novela. Apuesto lo que sea a que es histórica y tiene que ver con Navarra…

Así es. La empecé en octubre del 2020 en un momento personal complicado y me ha servido de catarsis. En ella voy a contar la historia de Navarra entre 1480 y 1522 dentro de su contexto geopolítico en el que Navarra era un igual a cualquier Estado moderno de Europa. Un auténtico Juego de Tronos.

¿Qué aporta la ficción para enseñar historia que no lo aporte el ensayo?

Aporta el alma, la empatía. Aporta ponernos en los zapatos de aquellos que vivieron unos hechos que todos conocemos, pero que ignoramos cómo lo vivieron. En definitiva, aporta el factor emocional que un ensayo es incapaz de transmitir.

Otra de sus facetas es su presencia en redes, sobre todo en Twitter. Muestra una paciencia infinita...

En redes sociales ves lo necesario que es mantenerse firme en la batalla de las ideas y no dejarte arrastrar por las modas del momento. Hay que explicar en lo que crees y rebatir que lo que unos consideran viejuno, sigue siendo de rabiosa actualidad. Porque no hay nada más actual que la Justicia Social y nuestra ancestral forma de gobernarnos: de abajo hacia arriba.