Reina del barro – Me imagino perfectamente la escena. Domingo, 28 de mayo a las 22.30. Isabel Díaz Ayuso sale al balcón de Génova a celebrar su mayoría absoluta. Pide un poco de silencio a los forofos que la aclaman y hace como que se le escapa un chiste: “¡Vaya! ¡A esta fiesta no se ha autoinvitado Félix Bolaños!”. Abajo, la enfervorecida parroquia empieza a corear: “¿Bolaños, dónde está; Bolaños, dónde está?”. Sería la culminación de la enésima jugada en la que ha vuelto a aprovechar el ímpetu de sus rivales en atacarla para salir victoriosa. Parece mentira que quienes pretenden destronarla todavía no hayan aprendido que es muy mala idea desafiar a la emperatriz de Sol a una lucha en el barro porque no sólo ganará de calle, sino que lo hará infligiendo una humillación a quien la ha retado. El presidente del club de fans de la doña, Federico Jiménez Losantos, lo describió ayer certeramente en El Mundo: “Lo que no entiendo es hacer el mameluco un 2 de mayo y ante Ayuso, que atropella a una anciana y le echan la culpa a la anciana”.

Error de cálculo – En este caso, el papel de anciana lo ha ejercido, prometiéndoselas muy felices, el ministro de la Presidencia del Gobierno de España. Dejando de lado que, como demostró en Gernika la semana pasada, le gustan más las fotos que a un bonobo darle a la manivela, su doble error de cálculo fue de nivel principiante. Primero, quizá creyó que –como ocurriría en cualquier otra comunidad– los responsables de protocolo preferirían no montar gresca y transigirían; por una paz, un avemaría. Y segundo, se malició que si se llegara al enfrentamiento, tal y como ocurrió, la plebe cargaría contra la malvada dirigente caprichosa que lo había mandado placar. Ya ha comprobado que no ha sido así ni de lejos. Él ha sido quien ha quedado como Cagancho en Almagro, con banda sonora de Mecano: no me invitó, pero yo fui.

Ojo, Feijóo – La prueba de lo que ha escocido este psicodrama tontorrón es que sus compañeras y compañeros de gabinete han optado por cogerla llorona, llamando antisistema a la vetadora, para, inmediatamente después, agarrarse del comodín del “Hay cosas mucho más importantes para la ciudadanía”. Pues claro, copón, pues claro. Por eso mismo, no hay que brindarle a la enemiga a batir una oportunidad de oro para hacer que una chorrada de quinta división se convierta en el principal asunto de conversación de las últimas horas. Ayuso ha vuelto a llevar al huerto a sus odiadores. Y lo ha hecho, no sé si lo han notado, volviendo a eclipsar a su teórico jefe Núñez Feijóo. En su lugar, estaría preocupado. Mucho.