Significativas reacciones

– Quizá porque soy un tipo insensible con más escamas que un galápago o tal vez porque soy un inconsciente obtuso incapaz de ver la gravedad de ciertas situaciones, estoy disfrutando un congo con las reacciones al anuncio de Ferrovial de tomar las de Villadiego. O, más bien, las de Ámsterdam, capital de los Países Bajos, que es donde el emporio de mil y un sectores va a asentar sus reales porque, después de hacer números, ha comprobado que le sale más a cuenta tributar en la tierra de los tulipanes que en la de María santísima. 40 millones de euros anuales en impuestos es el cálculo en el primer bote. Hablo de “las reacciones”, en plural, porque me parecen igualmente significativas las de los que la han cogido llorona y han montado en cólera por la presunta deslealtad, como las de los que, aplicando el “cuanto peor, mejor”, celebran la jodienda para las arcas públicas porque pueden acusar al Gobierno socialcomunista del agujero.

Confesión de parte

– En cuanto a los de la llantina y las cajas destempladas, liderados por la vicepresidenta primera del Ejecutivo español, Nadia Calviño, casi enternece asistir al sobreactuado rasgado de vestiduras. “No resulta aceptable que una empresa que ha nacido y crecido en España y gracias a la inversión pública de los ciudadanos españoles muestre esta falta de compromiso con su país”, acusó la número dos de Sánchez. Parece mentira que una persona con su preparación y su conocimiento de primera mano del percal descubra ahora un principio básico del capitalismo: el dinero no tiene patria. O, expresado en la sentencia lapidaria de uno de los predecesores en el cargo de Calviño, el tunante Rodrigo Rato, “es el mercado, amiga”. Por lo demás, si repasan la frase, verán la tremenda confesión de parte, pues se desliza que si no es por la inversión pública, la empresa no habría engordado tanto. ¿Qué es lo reprochable si las concesiones han atendido a la más escrupulosa legalidad? ¿O es que acaso…?

¿Qué opina Ayuso?

– El festejo de la derecha patriotera y sus terminales mediáticas también es de traca. Hacen la ola a la defección de Ferrovial porque les sirve de ariete contra los malvados ocupantes de Moncloa. Demuestran una vez más que su cacareado indeleble compromiso con la nación española es puñetero humo. Y en el mismo viaje, también enseñan la patita de su estupidez. La sede fiscal que abandona la compañía es esa Comunidad de Madrid que nos venden como tierra prometida del libre mercado. A lo mejor, de esta, Ayuso aprende que siempre hay quien te puede ganar en materia de dumping.