¿Cómo nos hemos convertido los pacientes en clientes?

Por diversos factores: medicalización de los problemas de la vida, mercantilización de la salud, presiones de la industria farmacéutica, impacto de medios de comunicación e Internet, apetencia por lo tecnológico, medicina defensiva.

¿Es un proceso reversible?

Los pacientes clientes lo son por desconocimiento. Se requieren decisiones valientes para adecuar las expectativas a lo que el sistema sanitario puede y debe ofrecer. Hacer saber que los factores socioeconómicos y los hábitos saludables importan más en la salud que la asistencia sanitaria. Que ninguna actividad está libre de riesgos. La inmediatez y el intervencionismo se han impuesto y las demandas de pacientes clientes no dejan de crecer.

¿De qué hablamos cuando decimos “sanidad de calidad”?

De hacer lo que hay que hacer y hacerlo bien a quien lo necesita, de forma adecuada y en el momento preciso, y dejar de hacer lo que produce más daño que beneficio o, simplemente, no aporta más salud.

¿Tiene algo que ver esta circunstancia en el deterioro del servicio que notamos?

En el ámbito sanitario los recursos son siempre insuficientes. La inversión en unas intervenciones resta oportunidad a otras. Te pongo un ejemplo. Si tengo que dedicar mi tiempo a tareas burocráticas y otras actividades de bajo valor, se pierde lo mejor que puedo aportar a mis pacientes como médica de familia: mayor esperanza y calidad de vida, menos visitas a urgencias e ingresos hospitalarios, uso seguro de la medicación, etc.

En teoría, en un sistema público, todos los pacientes reciben los mismos cuidados. ¿Es efectivamente así?

Ni lo es ni debe serlo. Hay que dar a cada paciente lo que necesita en función de su situación. A menudo quienes más demandan no son quienes más lo necesitan. El propio sistema es generador de inequidades.

¿Qué pasos se deben dar para mejorar la atención sanitaria pública?

Empoderar a la ciudadanía, potenciar el primer nivel asistencial, estabilizar a los profesionales y gestionar la demanda improcedente.

¿Incrementar la inversión garantiza la solución?

Además de financiación hace falta organización. Poner más en lo que más salud aporta. Está demostrado que la forma más eficiente y equitativa de organización del sistema sanitario es la basada en una atención primaria fuerte y de cobertura universal. Sin embargo, cada vez está más infradotada y desprestigiada.

¿Y si se invirtiera en educación sanitaria?

La educación sanitaria es vital. Sin educación no hay conocimiento. Y sin conocimiento no hay autocuidados, ni uso responsable de recursos, ni capacidad de discernir qué nos conviene y qué no.

¿Cómo podemos echar una mano los medios de comunicación?

Tomando partido por una sanidad pública de calidad, estableciendo alianzas con los profesionales sanitarios para desarrollar campañas de sensibilización e información ciudadana, participando en la educación en salud. Pero también identificando noticias falsas, intereses espurios, y ayudando a contrarrestarlos. En definitiva, haciendo lo que nadie puede hacer mejor, informar, y haciéndolo con rigor.