Mi amigo Xoán Ramón, como buen gallego, es un magnífico observador de la realidad que lo rodea y hace bien poco, escribía en la prestigiosa revista Vaca Pinta (no resulta muy difícil sobre qué va dicha publicación), un artículo titulado Las tractoradas del WhatsApp que me ha servido como elemento de reflexión sobre las movilizaciones que están desarrollándose en el sector primario en estos últimos meses.

Como imaginarán, más aún si son seguidores habituales de las filípicas semanales de este humilde juntaletras (por mucho que mi amigo José Antonio me halague los oídos, llamándome Cervantes), el malestar acumulado entre los productores agrarios en estos últimos años ha ido creciendo imparablemente y el metano acumulado en el interior de cada uno de ellos, con la mecha encendida por algunos, ha acabado por reventar en infinidad de protestas, tractoradas, bloqueos, etc. que, a la postre, nadie sabe, a ciencia cierta, cuándo ni cómo finalizarán. Si es que tienen final.

Como dice Xoán Ramón, hoy día, las tractoradas más llamativas han sido organizadas a través de un grupo de WhatsApp donde, y esto es cosecha propia, con cuatro proclamas incisivas y poniendo el foco en materias que tienen a los productores, en su día a día, más quemados que la pipa de un indio, aprovechando un efecto sorpresa, se han organizado multitud de protestas donde participan cientos o miles de agricultores.

En algunos casos, haciendo suyo el dicho de “a río revuelto, ganancia de pescadores”, el impulso a dichos grupos ha llegado de personas y grupúsculos ligados a la extrema derecha, o derecha extrema como decía aquel otro, que arengan a las masas tocando la fibra con mensajes globalistas, sin saber, en muchos casos, de qué puñetas están hablando cuando se refieren a la Agenda 2030.

En nuestro entorno más cercano, no alcanzo a ver la mano extrema en los grupos de WhatsApp, si no más bien, una reacción repentina y rápida, de un grupo de productores, ante el paso sosegado de las organizaciones agrarias actuales. Los hay quienes estando afiliados a un sindicato reaccionan, como decía, ante las dudas o posicionamiento timorato de su sindicato. Los hay, quienes, aun habiendo sido afiliados a un sindicato, reaccionan como revancha personal ante su exsindicato y los hay, los más creo yo, quienes toda la vida han ido por libre, quienes no quieren comprometerse con nada ni nadie, pero que ahora, exigen a los sindicatos a los que no pertenecen, el oro y el moro.

Detecto, en cualquier caso, un claro intento de debilitar la estructuración del sector, dividir en vez de aunar fuerzas y apostar por una dinámica en la que se aborda la protesta, pero se relega, para no se sabe cuándo, el trabajo en positivo, propositivo y edificante, el más difícil de llevar adelante, en favor del sector primario y del trabajo de los productores.

Protesta por la protesta

Las protestas son legítimas, necesarias y en muchos casos imprescindibles pero, para no caer en la protesta por la protesta, hay que leer bien el momento, la coyuntura social y política, trabajar en las reivindicaciones y la tabla de peticiones, dirigir bien el foco a la administración, entidad o empresas responsables y, visto lo visto en estos últimos días, cuidar las formas porque, de lo contrario, caemos en el peligro de que las malas formas y perder el respeto a las personas, nos pueden hacer perder toda credibilidad y con ello, perder el apoyo del conjunto de la sociedad.

Decía hace unas pocas semanas que ahora es el momento de apretar a las instituciones y responsables políticos, dado que nos encontramos en un momento donde se va a conformar el nuevo Parlamento europeo y, en nuestro caso, el Parlamento vasco. Vivimos, asimismo, en un momento social donde una gran parte de la población está muy sensible con la carestía de la vida, y en particular de los alimentos, y, por lo tanto, se muestra receptivo ante las reclamaciones de los productores por la falta de rentabilidad de su actividad agropecuaria.

Ahora bien, si como decía antes, no se hace una lectura correcta del momento, si no acertamos el tiro hacia donde y/o quiénes dirigir la protesta, si no se concreta bien el mensaje con una tabla de reivindicaciones coherente y, finalmente, no se cuidan las formas, creo que se puede llegar a un escenario de movilización permanente y un colapso mental de los movilizados, que ya no serían capaces de reconocer el momento de cuando bajarse del tractor y trabajar en los despachos, a cara de perro sí, pero codo a codo, con las instituciones y responsables políticos que dirigen el cotarro.

En definitiva, en mi humilde opinión, se puede llegar al escenario donde los movilizados anden como pollo sin cabeza, sin rumbo y sin saber, ni cuándo ni por donde, salir del laberinto en que se encuentran entrampados.

Mientras tanto, les anticipo que este juntaletras, seguirá participando en protestas “con cabeza”.

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