na veintena de familias vascas está a punto de conseguir un hito, tanto por lo que supone de anhelo en la esfera íntima como para la memoria histórica colectiva: la recuperación de los cuerpos de sus allegados, víctimas de la guerra y de la represión, injusta e ilegalmente enterrados por el régimen franquista en el denominado Valle de los Caídos, para su posterior inhumación en el lugar de Euskadi en el que siempre debieron reposar, junto a los suyos. Son las primeras familias que han logrado el certificado de reconocimiento de su derecho a la exhumación de los restos de sus parientes, enterrados a la fuerza en el mausoleo de Cuelgamuros, construido a mayor gloria de la sublevación fascista, de su victoria en la guerra y de la dictadura de Francisco Franco, cuyo cuerpo fue sacado del Valle hace poco más de un año, el 24 de octubre de 2019. La localización de los restos -que aún hay que confirmar in situ- y el permiso para su exhumación en el caso de que esta sea viable -ya que se desconoce el estado real de conservación de las criptas y de las cajas en las que están depositados- supone un gran paso en el reconocimiento y reparación de una injusticia histórica cometida contra decenas de miles de personas y sus familias. Se calcula que en Cuelgamuros hay enterrados restos de más de 33.000 personas, de los que más de 1.300 pertenecen a ciudadanos vascos, cerca de 300 aún sin identificar. Estas primeras familias vascas que han conseguido llegar a este punto culminante del largo, tortuoso y doloroso proceso representan una parte pequeña de los afectados pero marcan el camino a seguir hacia el reconocimiento de las víctimas y el fin de una gran injusticia. Es reseñable que esta veintena de familias vascas forman parte del total de 54 de todo el Estado que han conseguido el permiso para que los técnicos forenses entren en las criptas a partir de este enero . Un altísimo porcentaje que deriva, sin duda, del apoyo institucional y el asesoramiento técnico tanto del departamento de Igualdad y Justicia del Gobierno Vasco como del Instituto Vasco de la Memoria, Gogora. Esta actuación, que podría culminar en los próximos meses y lleva aparejada el cotejo de muestras de ADN, debe ser el inicio de un proceso gradual pero constante e intensivo hacia la recuperación de todos los cuerpos enterrados en Cuelgamuros y la desaparición del infame monumento que los ha albergado.