on el arranque ayer del régimen de explotación tras la puesta en marcha a pleno rendimiento de la planta incineradora y del conjunto del complejo medioambiental construido en Zubieta comienza en Gipuzkoa un nuevo tiempo en lo que a la gestión de las basuras se refiere. Ha sido un parto largo y doloroso, no exento de polémica y de cierto grado de división social. Pero finalmente ayer, el territorio inició una nueva era que le dota de capacidad y autonomía para dar una solución a los residuos urbanos que genera y dejar atrás sistemas caducos y antiecológicos como los vertederos o alternativas transitorias como la exportación de la basura a otros territorios, una versión del pan para hoy y hambre para mañana imposible de sostener en el tiempo por lo que suponía de despilfarro económico y huida de una solución definitiva al problema. El Complejo Medioambiental de Gipuzkoa es un conjunto industrial de cuatro unidades complementarias en el tratamiento de los residuos: la incineradora; la planta de tratamiento mecánico-biológico para la recuperación de materiales que se cuelan en la fracción resto; una instalación de biometanización para obtener gas a partir de desechos orgánicos; y la planta de valorización de escorias que recibe los restos que salen de la incineradora. Se trata de una infraestructura moderna que favorecerá la economía circular y la generación de energía renovable. La construcción del complejo ha exigido una inversión de 217 millones de euros, gasto que ha corrido a cargo de la UTE Ekondakin. A cambio, gestionará la instalación durante los próximos 32 años. GHK, el consorcio de residuos que agrupa a todas las mancomunidades de Gipuzkoa, abonará al año 24 millones de euros por depositar su basura, unas 135.000 toneladas anuales. No se puede ocultar que el complejo inicia su andadura con una parte de la población guipuzcoana en contra, muy activa en la calle y articulada socialmente sobre todo en los municipios del entorno. Son posiciones legítimas pero que representan a una parte minoritaria de la sociedad. Con su apoyo repetido a las formaciones políticas que respaldan esta solución los guipuzcoanos han avalado de forma clara este proyecto que, por otra parte, va en la línea de las alternativas que funcionan en países europeos con una probada conciencia medioambiental.