ue la transmisión del SARS-CoV-2 en Euskadi presenta un repunte focalizado en distintos municipios pero con extensión puntual a otros no admite duda. Si hace más de dos meses, el 6 de mayo, el número reproductivo básico era del 0,71 ayer era del 1,59; si la incidencia acumulada -número de positivos en los últimos catorce días por 100.000 habitantes- estaba en constante caída desde los 38,6 del 7 de mayo hasta el 3 de julio (5,53), no ha dejado de crecer desde ese día hasta alcanzar el 37,98 este miércoles. Que al menos parte de ese repunte tiene relación con cierta franja de edad también estaría avalado por los datos: si el 12 de junio los casos positivos entre los 10 y los 29 años eran 1.496, el 7,3% del total de 20.320 en la CAPV, el 20 de julio se habían convertido en 2.072, el 9,2% del total de 22.392. O, lo que es lo mismo, 576 de los 2.072 nuevos contagios, el 27,8%, se han producido en vascos de 10 a 29 años pese a que esa franja de edad supone apenas el 9,6% de la población. La diferencia es evidente si, por ejemplo, se compara con el incremento de positivos en la franja de edad de 40 a 59 años en las mismas fechas, de 7.450 a 8.116, del 36,3% al 36,6% cuando estas edades suponen el 32% de la población vasca. Ahora bien, esa relación en el incremento de contagios y la franja de edad entre los 10 y los 29 años no es del todo nueva. De hecho, el 12 de mayo, dos semanas después de la primera relajación de las medidas de confinamiento, el número de contagios entre los 10 y 19 años se había incrementado en un 55% respecto al 16 de abril; y en un 45% entre los 20 y 29 años. Y no es tampoco casualidad que el incremento de contagios en el último mes sea aún mayor porcentualmente entre los 10 y los 19 años (de más de un 100%, de 246 a 478) que entre los 20 y los 29 (de apenas el 16%, de 1.369 a 1.594) aunque en ambos casos (232 y 225 nuevos positivos) supere los dos centenares. No sería una situación achacable exclusivamente a comportamientos incívicos o irresponsables ligados a zonas de ocio y/o fechas festivas, que sin duda los ha habido y es preciso denunciar y desterrar cuanto antes, sino sobre todo a la mayor diversidad e intensidad de las relaciones sociales en esas edades y quizás de modo especial en fechas vacacionales. Y no se trata de señalar, sí de comprender y hacer comprender, a cualquier edad pero con énfasis en los más jóvenes, que para evitar los brotes cada uno debe poner en sí mismo el foco.