en el día de ayer, el Parlamento aprobó los presupuestos vascos para 2020, un respaldo al proyecto que va a dotar al país de la necesaria estabilidad para afrontar los importantes retos del inmediato futuro. Se trata de un escenario que está apuntalado por refrendos similares para los proyectos de cuentas de las capitales y los territorios forales. Aunque con características y circunstancias distintas, el hecho de que todas estas instituciones tengan ya hechos sus deberes con los presupuestos pasados a limpio proyecta, por una parte, una imagen de estabilidad y fiabilidad muy necesarias en momentos de cierta incertidumbre como los presentes y, por otro, ofrece también un escenario en el que la cultura del acuerdo entre diferentes se entiende como una práctica absolutamente normalizada, sobre todo en contraste con entornos cercanos, donde los pactos -cuando llegan a alcanzarse- son una excepción. En lo que respecta a los presupuestos de la CAV, fueron aprobados ayer en el Parlamento, como se preveía, con los votos de PNV y PSE y la abstención de nueve representantes de Elkarrekin Podemos, mientras que otros dos -pertenecientes a Ezker Anitza- imitaron a EH Bildu y PP y se pronunciaron en contra. Este hecho -ciertamente inusual, aunque previsto en el acuerdo interno entre los partidos que conforman la coalición morada- fue aprovechado fundamentalmente por EH Bildu para cargar no ya contra el Gobierno, sino contra Podemos. De hecho, PP y Bildu, enfrascados en una especie de competición por la sobreactuación más altisonante, convirtieron el debate de ayer en la Cámara más en un ataque a esta formación y a su líder, Lander Martínez, que en un análisis realista de un proyecto de presupuestos que asciende a casi 12.000 millones de euros de los que un 75,5% está destinado a gasto social y que contiene mejoras y partidas en ámbitos como la Renta de Garantía de Ingresos, políticas de igualdad y medidas frente al cambio climático negociadas y acordadas con Elkarrekin Podemos. En definitiva, los últimos presupuestos de la legislatura permiten dotar a la CAV de la necesaria estabilidad política y económica para afrontar un año incierto, si bien la patronal vasca Confebask avanzó ayer que Euskadi logrará en este próximo 2020 recuperar los niveles de empleo de antes de la crisis, augurando el mismo crecimiento de la economía vasca que pronosticó hace poco el Gobierno Vasco. Todo ello con la autoexclusión, una vez más, de los extremos.