Y ha entrado de la mano del juez Juan Carlos Peinado, que ha elegido a la abogada de Vox como representante del batiburrillo de grupúsculos y pseudosindicatos de extrema derecha que iniciaron la arremetida judicial contra la esposa del presidente Pedro Sánchez. En su desaforado y patriótico empeño por desestabilizar al Gobierno, el juez Peinado ha escenificado la presencia de la ultraderecha –¿la suya?– en la sede presidencial. Todo un símbolo. Vox ha llegado a la Moncloa, no como pensaba, a hombros de Feijóo y con la vicepresidencia de Abascal, sino como mamporrero del juez Peinado que, eso sí, se había citado a sí mismo en la Moncloa para tomar declaración al presidente en la disparatada causa que se empeña en seguir contra Begoña Gómez.

En su delirante empeño por mantener la sombra de una sospecha consorte, el juez Peinado invitó a la representante de Vox al vodevil de la toma de declaración al presidente, con el aliciente añadido de una orden para la instalación de cámaras y micrófonos. Que se vea, que se oiga, que se escriba, cómo la ultraderecha pisa la moqueta del palacio presidencial, si no bendecida por las urnas sí con el poder que le otorga la Justicia, o lo que sea. Mejor dicho, invitada por un personaje que se denomina juez, pero que está realizando una de las actuaciones más bochornosas que se recuerdan en la ya de por sí turbulenta justicia española.

Pedro Sánchez, ateniéndose a su derecho, se negó a declarar en la causa contra su esposa, pero el circo ya estaba montado que es de lo que se trataba. Pero dejemos este penúltimo episodio para ir al turrón, a la verdadera intención del juez Peinado al abrir la causa contra Begoña Gómez: mantener en el tiempo la sombra de la sospecha contra sus posibles ilegalidades (por cierto, ni probadas, ni concretadas, ni siquiera conocidas), para desgaste del presidente y de su Gobierno. Meses llevamos a vueltas con el asunto, y el juez Peinado sigue tirando del chicle para alborozo y provocación de a caverna política y mediática. Que se hable, que se insista, que se reinventen actuaciones judiciales, todo sea por mantener bajo la sombra de la sospecha a Pedro Sánchez y todo lo que su Gobierno supone.

Esto de mantener bajo el foco de la sospecha al adversario político es una táctica de libro, y el juez Peinado –a estas alturas, no hace falta que enseñe el carné– sirve a los intereses de la derecha extrema. Conviene recordar que hace un tiempo decidió no abrir diligencias contra el alcalde de Madrid, Martínez Almeida, ante una denuncia vecinal y archivó el asunto “para no dañar la imagen de una autoridad”. Así, como suena. Que la imagen del presidente del actual Gobierno español sea dañada durante al mayor tiempo posible, eso es precisamente lo que pretende el juez Peinado al servicio de los implacables enemigos de Pedro Sánchez No se ha visto en otra Vox, con su representante iluminado por focos, cámaras y rodeado de medios amigos, en el mismísimo palacio de la Moncloa.

Por fin, Sánchez ha denunciado al juez Peinado por prevaricación. Ya era hora. Pero a él le da igual. En el improbable caso de que prospere la denuncia, quizá le suspendan de sus funciones por un tiempo. El caso es que, atendiendo a la soflama de Aznar “el que pueda hacer que haga”, él ya lo ha hecho y entró con Vox en la Moncloa. A sus 70 años y saturado de gloria, puede pensar que “para lo que me queda en el convento…”.