Nuevo lehendakari y nuevo Gobierno. Bajo el roble de Gernika Imanol Pradales se comprometió a gobernar “con sensibilidad emocional” para mejorar la vida de los vascos. Nada menos. Y si le dejan. Se inaugura así una nueva etapa que no se intuye fácil, teniendo en cuenta el listón alto dejado por los doce años del estilo Urkullu. Por cierto, la política partidista es así y no es fácil explicarse cómo es posible ignorar indicadores económico y sociales positivos y un alto nivel de satisfacción de la ciudadanía constatado en encuestas, para concentrar la labor de tres legislaturas sólo en los flancos débiles de los que se hizo pancarta de oposición. No es justo que se releve a Iñigo Urkullu poco menos como responsable de errores y carencias que tienen un origen tan complejo y de difícil solución.
En cualquier caso, parece lógico que este Gobierno recién estrenado haya considerado como prioritario en su programa precisamente las asignaturas pendientes que alentadas por la oposición acabaron por ser las reivindicaciones más reclamadas por la gente. Una buena prueba de responsabilidad y buena voluntad que, sin duda, va a ser evaluada y vigilada al máximo por la oposición. El carácter de estreno aporta al nuevo Gobierno la aventura del relevo generacional, por más que los dos partidos que lo conforman llevan ya un largo recorrido juntos. Y han pactado un acuerdo lo suficientemente amplio y detallado como para afrontar el futuro con confianza.
Como es lógico, en la sesión de investidura, el lehendakari Imanol Pradales defendió con intensidad los proyectos e intenciones para la legislatura estrenada, y se pudo comprobar que se iba a agarrar al toro por los cuernos: salud, educación, vivienda, cuidados, seguridad, medio ambiente, autogobierno… Asuntos todos ellos sobre los que se viene reclamando la actuación o reprochando la inactividad del Ejecutivo vasco. Se estrenó también como candidato a lehendakari Peio Otxandiano, sabedor por supuesto de que no iba a aprobar la asignatura pero aprovechando la oportunidad para insistir en lo del nuevo ciclo político y la necesidad urgente de una nueva forma de gobernanza, de la que difícilmente puede aclararse cuánto hay en ella de decidir compartido o asambleario. Lógicamente, el representante de EH Bildu dejó claro que en el nuevo Gobierno queda difuso su carácter de estreno porque a su juicio es puro continuismo. En ese reproche coincidió el primer partido de la oposición con el resto de oradores de la derecha extrema y la extrema derecha, así como con la exigua representación a la izquierda de la izquierda.
Todo va a ser nuevo en esta estrenada legislatura. Va a ser nueva la potente representación de la izquierda soberanista, la insistente intención pactista del nuevo lehendakari, la abrumadora mayoría abertzale del nuevo Parlamento, la coincidencia general de cuáles son los problemas más acuciantes a los que debe hacerse frente, la intención, al menos así expresada por todos, de lograr amplios acuerdos a poder ser “de país”. Ahora les toca trabajar y ojalá se mantengan la calma y el respeto que tanto nos diferencia de la bronca política hispana...