El viernes nos fuimos de festival decine en Donostia. A quien no le gusta eso de ponerse guapo, tomarseuna caña (en la capi siempre precios de película pero de miedo) y al cine. En este caso alVictoria Eugenia. No era el gran festivalinternacional de cine sino el Homeless FilmFestival. Un festival que nació en Reino Unido para dar cuenta de la vida de las personas sin hogar y que, Emaús FundaciónSocial, ha traído a Gipuzkoa por primeravez. Nos agolpamos en la entrada bajo losparaguas en la enésima tormenta de estosdías mientras nos decíamos con la miradaeso de, “vaya tiempo”. Qué curioso. Nosmolestaba la lluvia y eso que solo era porunos minutos. Imagina cómo habrán sidoestos días cuando sobrevives (porque eso noes vivir) en la calle. Todo el santo día y sularga noche en la calle. Según los estudios,esa es la situación de 3007 personas enEuskadi, ahí es nada. Sus vidas transcurrenen la calle. Ese espacio tan agradable para elpintxo pote pero que, cuando se convierteen tu única casa, debe ser una tortura. Gracias a los impuestos y, sobre todo, a las entidades sociales, Euskadi cuenta con muchosalbergues y comedores para echarles unamano, pero aunque a veces sean suficientes,nunca serán un hogar. El número de personas sin hogar va en aumento aquí y en Europa y cada vez más personas jóvenes. Dicenque algunos quieren vivir así. Si es cierto, noquiero saber qué malas eran las otras opciones. Otros dirán que tienen lo que sembraron sin haber pensado antes cuantos apoyoshan tenido ellos en la vida. Para otros, espero que pocos, son algo molesto en el paisajeque no merece aprecio sino desprecio.Otros, ahora espero que muchos, aunquenuestra vida no sea siempre de cine, sabemos que esas personas tienen derecho a respeto, apoyos y a una política de vivienda deverdad porque, hogar no tendrán, pero sídignidad.