El otro día debió salir en televisión el famoso cirujano Pedro Cavadas hablando de la gestión de la pandemia del coronavirus, tanto a nivel técnico como político, y su discurso, como era de esperar -y seguramente lógico-, fue muy crítico con el Gobierno español y con todo lo que se pusiera por delante. Bien, nada extraño. Lo duro fue oírle decir -o leer que dijo- que la vacuna -si llega- no va a ser segura en muchos años y que “a ver quién se come las 15 o 20 primeras encefalitis que producirán cualquiera de ellas”, en referencia a las candidatas a vacunas. Ante estas afirmaciones -recordemos que Cavadas es cirujano, no virólogo ni experto en vacunas ni en biomedicina, es cirujano plástico- numerosas voces expertas han manifestado ya públicamente la irresponsabilidad de Cavadas al afirmar algo tan grave de una manera tan tajante y ligera, una afirmación que lanzada al aire en un programa de televisión como el de Pablo Motos es escuchada por millones de personas que ya de por sí pueden tener cierto temor ante una vacuna que, de llegar, llegará más rápido que en ocasiones anteriores pero ante la que, como le acusan, “no se puede especular como lo hizo”. Vamos, Cavadas, que por supuesto sabe de esto más que el ciudadano medio pero infinitamente menos que quienes se dedican a ello -la medicina es, no hace falta decirlo, un campo gigantesco-, no hace sino ejercer irresponsablemente su condición de médico con cierto caché entre la población dado su éxito mediático por su al parecer incuestionable talento y entrega como cirujano. Porque irresponsable es afirmar como inevitable algo que no se ha producido y que no se tiene por qué producir, y porque irresponsable es asustar a la población o a parte de ella con augurios que evidentemente él no es capaz de conocer. Si en esta pandemia nos faltan voces autorizadas y respetadas por todos tampoco la suya es una de ellas.