Groenlandia, la isla más grande del mundo, ha sido históricamente un territorio autónomo del Reino de Dinamarca. Pese a su vasto tamaño y sus ricos recursos naturales, Groenlandia no es un país independiente. Su estatus jurídico está marcado por una relación especial con Dinamarca, donde la isla disfruta de un considerable grado de autonomía en asuntos internos, pero depende de Dinamarca para la defensa y las relaciones exteriores. En este contexto, las declaraciones de Trump sobre la posible compra de Groenlandia en 2019 generaron gran controversia, y las más recientes sugerencias de imponer altos aranceles a Dinamarca reavivaron el debate sobre la soberanía de la isla, especialmente en relación con la influencia de China en la región. Pero, además, esta provocación del reelegido presidente de los EEUU suponen todo un reto para la Unión Europea que está obligada a defender la integridad territorial de sus Estados miembros.

ESTATUS JURÍDICO

Groenlandia ha sido parte del Reino de Dinamarca desde el siglo XVIII, aunque su estatus ha ido evolucionado. En 1979, la isla obtuvo un autogobierno, permitiéndole gestionar muchos asuntos internos. En 2009, la Ley de Autonomía le concedió mayores poderes, como el control sobre sus recursos naturales. Sin embargo, Groenlandia sigue siendo parte de Dinamarca, lo que implica que las decisiones sobre defensa, política exterior y cuestiones internacionales son responsabilidad del gobierno danés. Este estatus ha permitido a Groenlandia tomar decisiones autónomas sin ser completamente soberana. La Constitución danesa establece que Groenlandia es un territorio autónomo, pero no tiene los mismos derechos que un Estado independiente. La isla, aunque tiene control sobre la mayoría de los asuntos internos, continúa dependiendo en cuestiones de política exterior y defensa.

Pretensiones anexionistas

En 2019, el entonces presidente Donald Trump generó un gran revuelo internacional cuando expresó su interés en comprar Groenlandia. Veía la isla como una oportunidad estratégica, debido a su abundancia de recursos naturales, como petróleo, gas y minerales, además de su ubicación en el Ártico, una zona de creciente interés geopolítico. Trump sugirió que Groenlandia podría ser comprada como parte de una visión de expansión de los intereses estadounidenses en la región. Sin embargo, la propuesta fue rápidamente rechazada por el gobierno danés y por Groenlandia, lo que generó tensiones diplomáticas. La primera ministra danesa, Mette Frederiksen, calificó la idea de Trump de “absurda” y reafirmó la soberanía de Dinamarca sobre Groenlandia. Groenlandia, por su parte, dejó claro que la isla no estaba en venta. Recientemente, Trump ha sugerido la posibilidad de imponer altos aranceles a Dinamarca como respuesta a la negativa de vender Groenlandia. Esta amenaza sorprendió a muchos, dado que Dinamarca es un aliado cercano de Estados Unidos.

Intereses chinos

El interés de Trump por Groenlandia no es el único que ha captado atención internacional. En los últimos años, China ha mostrado un creciente interés en la región ártica y en Groenlandia específicamente, debido a su riqueza en recursos naturales y su importancia estratégica. Pekín ha invertido en proyectos de infraestructura en el Ártico, y Groenlandia ha sido uno de los focos de atención, especialmente en términos de minería y desarrollo de recursos. China ha intentado estrechar lazos con Groenlandia a través de inversiones en infraestructuras y en la explotación de recursos naturales, lo que ha preocupado a Estados Unidos, que ve la presencia china en la región como una amenaza a su influencia geopolítica. La realidad es que la soberanía de Groenlandia reside, por supuesto, en sus pobladores, en sus ciudadanos. Solo ellos podrán decidir su futuro, pero su presente depende del Reino de Dinamarca y con ello, es parte integrante de la Unión Europea. En este contexto, no se puede obviar que el artículo 42.7 del Tratado de Lisboa la llamada cláusula de defensa mutua por el cual los países de la UE tienen la obligación de ayudarse si uno de ellos “es objeto de una agresión armada en su territorio”. No parece que EEUU miembro de la OTAN vaya a invadir Groenlandia, pero la agresión económica mediante aranceles leoninos también obligaría a la Unión a tomar medidas comerciales contra EEUU y en defensa de Dinamarca. Consecuencias de perder al amigo de siempre y ganar al enemigo de nunca.