Ayer fue el día de las mujeres (y las niñas) en la ciencia y en el Planetario de Pamplona lo celebramos con amigas que, también el resto del año, trabajan por asegurar una necesaria perspectiva de género. Aunque la ONU nos deja con el 11-F como día de contarlo, nuestro deber es completarlo el resto del año. Ya me entienden: los días internacionales simplemente constatan que algo necesario está perdido o invisibilizado. Ayer, Vega Asensio, una mujer poderosa llena de ciencia y que nos maravilló dibujándonos el SARS-CoV-2 en su eficiente ataque al organismo humano, narró la tarea pendiente de reescribir la historia de la ciencia, reencontrándonos con aquellas mujeres que fueron silenciadas o cuya labor fue usurpada por el patriarcado (sí, señores, pasó y sigue pasando) y que, sin embargo, consiguieron hacer el mundo un poco mejor. Iba a decir un poco mujer, entiéndaseme. Un día antes, unas cuantas ingenieras, científicas y tecnólogas nos habían ayudado en una acción que desde el Planetario hacemos con el Gobierno de Nafarroa para promocionar la participación equitativa e igualitaria en ciencia, tecnología e innovación. Desde Tracasa se vinieron a compartir su sábado con chavalas y chavales de diversos centros educativos y academias que nos contaban sus trabajos llenos de ilusiones, pasión, tecnología y hasta robots haciendo cosas chulas… Dentro de unas semanas otras mujeres harán posible lanzar satélites hechos en los institutos de secundaria o mostrarnos en la feria Tecnociencia que se puede colaborar sin discriminaciones de género o sociales para responder a problemas que todas sufrimos. Llevo más de treinta años colaborando a hacer realidad estas historias y ahora las que vinieron en los primeros años nos traen a sus hijas, convencidas de que merece la pena trabajar por ello. Gracias, amigas.