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UPV/EHU, motor de nuestra sociedad

la afección reputacional que para la universidad en su conjunto ha tenido el escándalo político y social relativo a los títulos universitarios de varios líderes políticos españoles es comprensible pero no debe afectar a la confianza en nuestro sistema universitario. El debate educativo se ha instalado en el centro de las preocupaciones de nuestra sociedad y lo importante ahora es acertar en el diagnóstico, clave para preservar y elevar la calidad de nuestro sistema educativo. Educar representa un reto conjunto para toda nuestra sociedad, ha de ser un proyecto colectivo y compartido.

Más allá del antiguo debate entre lo público y lo privado como algo referido a la titularidad de los centros educativos, el carácter público de la educación universitaria se ha de referir al derecho universal a recibir una educación de calidad. La educación como bien público, además de un derecho de las personas, implica también la obligación de las instituciones públicas de garantizar que ese servicio educativo superior se realice en condiciones que hagan viable la excelencia en la docencia y en la investigación.

Con demasiada frecuencia lo público en general y la universidad en particular no sabemos mostrar nuestras potencialidades a la sociedad a la que nos debemos. Tenemos que hacer un esfuerzo adicional para hacer ver a la ciudadanía el esfuerzo que realizamos para tratar de llegar a esa meta de excelencia que nunca deja de marcar retos.

La universidad no puede convertirse en un fin en sí mismo. Hay que combatir la ola de utilitarismo que algunos quieren imponer a las Universidades. ¿Cómo hacerlo? Reafirmando los valores tradicionales de la Universidad: el pensamiento básico y crítico, el rigor intelectual, la honradez, la dedicación, el entusiasmo, la motivación.

Como con frecuencia afirma el Prof. Dr. Pedro Miguel Etxenike, la característica esencial de una universidad pública de excelencia como es la UPV/EHU es cuidar a los jóvenes, cuidar y formar a las personas: deben ser “ciudadanos” de la universidad. Cuidar a los jóvenes y a su desarrollo intelectual y personal es la marca de las instituciones de excelencia.

Más que nunca, los valores de entrega, de dedicación, de motivación, de búsqueda de la calidad y de la eficiencia han de inspirar nuestra actuación como universitarios. La UPV/EHU asume estos retos, lleva ya mucho tiempo trabajando con pautas de ilusión, de excelencia y de servicio social. Ha modernizado su estructura, ha adaptado su oferta a las nuevas exigencias europeas, sin perder su identidad, ha euskaldunizado su oferta, garantiza la formación en idiomas, aporta todas las nuevas herramientas metodológicas de aprendizaje a sus estudiantes, internacionaliza su oferta formativa y refuerza su apuesta por la calidad, entendida como asunción de la enorme responsabilidad social que conlleva formar a nuestros jóvenes.

Afrontamos con responsabilidad los muchos retos abiertos, tanto como universidad como, dentro de ella, de cada titulación: por eso avanzamos, movilizamos una gran universidad (cada vez mejor situada situada en los diferentes ránkings internacionales), haciendo compatibles las grandes cifras con el deseo de aportar calidad y cercanía a nuestros alumnos. Podemos confiar en ella y en la labor de cambio y de adaptación a las nuevas circunstancias, de búsqueda constante del trabajo bien hecho por parte del actual equipo rectoral.

Recuerdo los tiempos de estudiante en las aulas de la facultad de Derecho. Siempre tendemos a idealizar el pasado, confundidos en la nube de la nostalgia, pero si los comparo con el servicio que ahora prestamos a nuestros estudiantes desde la facultad percibo el catártico cambio experimentado, apreciable, seguro, en cualquier otra titulación de nuestra UPV: la vocación de orientar al estudiante en la dimensión práctica, de hacerle partícipe de su formación activa desarrollando actividades complementarias (en nuestro caso, como ejemplo, oratoria, o asistencia a juicios, o la existencia de formación mediante prácticas en despachos, o la individualización de la formación a través de tutorías y de trabajos individuales, junto al aprendizaje del trabajo en grupo) muestran una universidad viva, dinámica, de calidad, con un alto nivel curricular de profesorado y con una extensísima red de acuerdos con universidades de todo el mundo para facilitar la formación de nuestros estudiantes dentro de los diversos programas de movilidad.

Comparto la reflexión de la rectora Nekane Balluerka en el acto de inauguración del presente curso académico, en la que nos recordó que formamos parte de un reto compartido: alcanzar la excelencia en formación e investigación y contribuir al bienestar de la sociedad vasca a través de la transferencia y la divulgación de conocimiento.