El estreno de Supervivientes con un éxito arrollador de audiencia ha dejado claro que la tendencia televisiva no va a cambiar, al menos de momento. Algo que ya se sabía: la evolución del medio televisivo convencional viene por otros derroteros y los programadores de hoy bastante tienen con la competencia habitual como para complicarse la vida con otros temores. Lo cierto es que tras el descalabro de otros realities, algunos albergábamos la ilusión de que estos monstruos del entretenimiento fueran cayendo uno a uno por el unánime desprecio de los espectadores. Aunque hablando de desapariciones la que nadie esperaba que fuera tan rápido ha sido la nueva remesa de Cuéntame cómo pasó, que esta semana hemos sabido que en su décimo novena temporada solo contaba con nueve capítulos y que este jueves próximo ponen el último que podría ser también el último de su larga historia. O no. Tanto misterio hasta última hora mosquea. Pudiera ser que haya más capítulos pero que no se vean con fuerzas para enfrentarse a Supervivientes y guarden la munición para más adelante. Está claro que prever el futuro puede ser interesante y más cuando esta previsión surja de una experiencia frustrante. Así dicen que se montó el negocio de Netflix. Hace veinte años a alguno de sus fundadores (Randolph o Hastings) les impusieron una multa de 33 eurazos por devolver tarde la cinta de vídeo de Apolo 13 al videoclub. Aquella multa espoleo su imaginación para crear un servicio de alquiler de películas y series que hoy es una de las empresas audiovisuales más importantes del mundo, seguramente gracias también a la casualidad de que internet apareciera cuando apareció y en lugar de correos ellos han podido ofrecer sus servicios de manera inmediata que ahora a eso lo llaman también streaming. Bueno Rajoy para excusarse lo de las pensiones dijo esta semana que nuestra esperanza de vida era mayor que eso en inglés no hay dios que lo traduzca.
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