Ayer se supo que la Agencia Europea del Medicamento no se quedará en Barcelona según algunos informativos “pese a la fuerte presión diplomática del Gobierno y del rey Felipe VI”. Si unos días antes invitaban a empresarios patriotas a que abandonaran Cataluña, ayer afirmaban algunos periodistas cachondos que se partían la cara para que la agencia recalara en Barcelona. Una noticia que indirectamente servía para anticipar que los culpables de todo esto serían, una vez más, los independentistas. Informaciones que indican que algunos medios ya han comenzado la campaña electoral sin que se lo pida nadie ni les paguen las campañas. Y está claro que si uno analiza este tipo de informaciones, puede intuir que va a ser larga, además de contar con la falsedad y la mezquindad como protagonistas. ¡Qué pereza! En la mortecina televisión prenavideña de turrones, colonias y juguetes, ya anticipan que Anne Igartiburu y Ramón García (suponemos que tocado de capote español) despedirán el año con las campanadas en TVE o esa otra noticia igual de cansina que afirma que Pedroche ya tiene elegidas las transparencias. No me digan que no dan ganas de prescindir de la tele por una temporada. Claro que ahora que Telecinco había dado con la tecla del cine da un poco de pena: el pasado domingo el estreno televisivo de 50 sombras de Grey fue un éxito absoluto. Más de cinco millones de espectadores siguieron las aventuras sexuales de los protagonistas. Lo que indica que las escenas de sexo en televisión ya no cortan a casi nadie, algo difícil de imaginar en una sociedad que no ha contado precisamente con la ayuda de la televisión, siempre timorata a la hora de programar este tipo de cine. Varias décadas después en las que Pretty Woman ha sido la película de mayor éxito (este año Telecinco ya la ha puesto tres veces), lo de 50 sombras de Grey fue puro viagra audiovisual para una audiencia castigada a reírse de los apellidos catalanes.
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