El competitivo mundo de la tele es inmisericorde, complejo y exigente. En ocasiones los programadores enfrentan programas en pos de audiencia y dinero, y por ello no dudan en poner a competir al Gran Wyoming/Intermedio, Pablo Motos/ Hormiguero, Carlos Sobera/First Dates, o al novato Javier Cárdenas/Hora Punta, quien sale maltrecho y vapuleado de semejante pelea en la que procura salvar los trastos a base de colaboradores o invitados de lujo.
El formato de La 1 en la hora del prime time es una mixtura de entrevistas, vídeos y jolgorio colaborativo en un desesperado intento de colocarse en el telemando de los espectadores. El pasado miércoles el musiquero Cárdenas mezcló al desaparecido Paco Lobatón con un testigo de las andanzas del huracán Irma por tierras americanas y la recién expulsada de MasterChef Celebrity, Usun Yoo en actuaciones que no llegaron a cuajar por la impericia del animador musical de Europa FM.
Probar la tele es tentación grande para muchos profesionales de la comunicación que casi siempre pagan con fracasos sus osadías televisuales. Con algún momento de interés y atractivo mediático, el programa discurrió con más pena que gloria y sin llegar a explotar las posibilidades narrativas de los invitados. Escaso de empatía, desconocedor de cómo tratar a las cámaras que tienen que querer al profesional, que no es el caso, Cárdenas pasó el tiempo de su programa sin asentarse, sin mandar en los encuentros, sacudiendo de vez en cuando patadas al diccionario de la RALE, en un ejercicio de querer caer simpático, próximo, comunicador caliente, sin conseguirlo.
Decía el filósofo francés Voltaire que a la hora de preguntar la inteligencia estaba en la calidad de las preguntas más que en las respuestas recibidas, cuento que debe aplicarse este joven mediático aprendiz de brujo protegido de no se sabe quién en la tele pública.