El pasado mes de mayo, cada uno de nosotros estuvimos cuatro horas y tres minutos delante de la televisión. Un dato que sube mes a mes y que no se sabe todavía dónde tendrá su límite. De momento, los resultados de televisión hablan muy clarito que la fórmula de negocio que más tirón tiene es la de Telecinco. O sea que programas tipo Supervivientes podrán tener muy malas críticas pero la realidad dice que son los más vistos con mucha diferencia sobre el resto. Y lo mismo ocurre también con sus series de narcotráfico. Un género que repite tras El Príncipe o El niño y que vuelve a triunfar con similar planteamiento y actores en Perdóname Señor, un más de lo mismo pero ahora en las costas de Barbate con una rocambolesca historia de amor y monja. El éxito de la ficción es una buena señal para esta industria de la televisión que vive mirando siempre a los estrenos americanos. Está claro que las producciones de aquí han aprendido a que los niveles de calidad técnica y artística sean altos. Algo que está consiguiendo que en muchos casos estas producciones acaben estrenándose por el mundo. Hay una paradoja sin embargo en estos 243 minutos que estamos todos los días delante de la televisión y es que casi un millón de personas ni siquiera se detienen ni un solo minuto delante de la pantalla. Ayer se disputó la final de la Champions. Un espectáculo planetario que concitó la atención de millones de espectadores en torno al fútbol europeo. En este caso fue Antena 3 quien disfrutó de ese chorro de audiencia que le puede ayudar un poco en este mes a que Telecinco no se le aleje definitivamente a fuerza de realities, por eso también no han esperado nada y también han programado una serie de narcotraficantes pero esta vez gallegos. La televisión convencional se hace para aquellos que saben que hay espectadores atrapados durante horas con el simple cargo de la publicidad que les martillea sin piedad como si no supieran utilizar sus mandos.
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