Los gobiernos de turno manejan las frecuencias técnicas por las que emiten las cadenas televisivas según su antojo e intereses partidistas apoyando o debilitando a los grupos mediáticos, públicos y privados. De vez en cuando el panorama de los medios audiovisuales se transforma con las medidas gubernamentales que modifican el panorama de los mismos. Tras la revolución de la TDT llega lo que se llama dividendo digital y que tiene que ver con el negocio de la explotación de Internet. En paralelo a este proceso se ha planteado la necesidad de estudiar la viabilidad y continuidad de los canales de titularidad pública estatal y el diseño de los canales de TVE, en concreto Teledeporte, la cadena temática especializada en deportes y que no alcanza al 1% de la audiencia total de la tele. No parece convincente el argumento de que la televisión pública deba atender al deporte y en especial a los deportes minoritarios, que son todos menos fútbol, baloncesto, ciclismo, automovilismo y motociclismo. El principio de subsidiariedad, es decir, hacer lo que sea necesario y que la iniciativa privada no lo haga, se tambalea cuando se trata de gastar en lo minoritario con base en este planteamiento que apenas justifica la existencia del mencionado canal que tiene sus días contados. Las apreturas presupuestarias marcan el rumbo de las empresas y la desaparición de una canal es mala noticia sea público o privado. Las cadenas generalistas seguirán apostando por los deportes mayoritarios comprando los derechos del fútbol y los deportes del motor que alimentarán las parrillas de programación, mientras que los deportes minoritarios y el deporte adaptado desaparecerán de las pantallas empujadas por la conveniencia de ajustar el modelo televisivo, en este acaso el de titularidad pública. Descanse en paz.
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