El domingo 14 corrí mi segunda Behobia-San Sebastián, la primera en 35 años. Fue una experiencia inolvidable que me iluminó el corazón, desde la salida hasta que recogí la bolsa de avituallamiento. Lo que se construyó esa mañana entre el cariño y el precioso calor del público, el esfuerzo de los corredores, y la dedicación de todas, y subrayo todas, las personas que hicieron posible el evento supone un tributo a lo mejor del espíritu humano y de lo colectivo de nuestra sociedad. Así podemos lograr cualquier cosa. A la organización en su conjunto, pasando por quienes me echaron reflex en la pantorrilla, me dieron agua, nos animaron con la txalaparta, el txistu, o los altavoces; a quien se interesó por mi estado al concluir... Y claro está, a mis compañeros y compañeras de carrera y a las miles de personas del recorrido por sus sonrisas, sus ánimos, su apoyo constante, eskerrik asko bihotzetik.