Nuestra ama, de 98 años, ingresó el 3 de julio de 2020 en una residencia de nuestro entorno (4.173,54 euros al mes) cuando creíamos que mejoraba la situación por el covid-19. Aislamiento al ingreso, por protocolo, y brote de coronavirus en Ordizia: un mes sin poder hacer visitas. 1ª visita: 29 de julio, miércoles. Aspecto de la ama: ojos fuertemente cerrados, sin dientes bajo la mascarilla, lengua llena de ampollas, legañas amarillas y grandes cercos grisáceos alrededor de los ojos, cera sucia en una oreja, cantidad de pelos en la barbilla, uñas mal cortadas y rotas, con costra de suciedad, pelo limpio pero sin peinar, camisa no limpia llena de pelos, pantalones con grandes lamparones. Delgadísima. Sentada en su silla sin cojín. Parecía dolorida. Inquieta, nerviosa. El cuerpo encorvado. Al beber algo de agua echa una especie de saliva gorda gruesa de la boca.¿Qué está pasando aquí?Siguientes visitas: viernes 31 de julio (permiso para visitarla por la caída que sufrió) y sábado 1 de agosto.A la ama no le vimos más con vida, murió el lunes 3 de agosto, hacia las 21.00 horas. Subimos por primera vez a su destartalada e indigna habitación (la 321) y estuvimos un poco de tiempo velándola. ¡Cuántas preguntas, cuántas dudas en el aire...! La ama, la persona más vulnerable de la sociedad. ¿Pero en manos de quién la hemos dejado? Pésames de familiares y amigos. Llegan a nuestro conocimiento otras malas experiencias en dicha residencia.Iniciamos un largo recorrido institucional: reclamaciones al propio centro, a Asuntos Sociales de la Diputación de Gipuzkoa, al instituto vasco de consumo (Kontsumobide), al Ararteko (Alto comisionado del Parlamento Vasco para la defensa de los derechos de las personas...), al ayuntamiento... Caso cerrado: aparentemente casi todo ha sido correcto, según los protocolos.Conclusión: No hay intención de asumir responsabilidades por parte de nuestras instituciones públicas ni de nadie, no hay verdadera toma de conciencia... No se quiere llegar a la verdad. Pero se debe conocer la verdad. No por los muertos, ellos ya no están, pero sí por los residentes actuales y futuros.Qué necesidad tenemos de despertar conciencia, de hacer una verdadera reflexión interna, personal (reflexión individual: uno consigo mismo, individuo-individuo e individuo-grupo) a todos los niveles (persona, familia, médicos, abogados, geriátricos, instituciones, medios de comunicación... Y tú también, lector). ¿Qué estamos haciendo?Pero no para rellenar expedientes, sino para conocer la verdad, siempre. No se trata de pensar, de razonar y razonar, de demostrar... Se trata de ser. Si conocemos la verdad, y si realmente queremos mejorar o cambiar, entonces podemos empezar a actuar. El camino es simple, pero se nos hace difícil.