Vivo en un piso que, como tantos, queda cerca de una tienda de alimentación, un bar y un banco. Dueños mal educados dejan atados sin bozal a sus puertas a sus perros que, con frecuencia, les reclaman así con fuertes ladridos, que soportamos todos menos sus amos. Como antes con el fumar en interiores, sus responsables se ríen de nuestras molestias, queriendo ignorar que ese escandaloso e innecesario ruido fomenta en muchas personas no solo molestias sino enfermedades que terminan con ellos. Unas multas a esos desaprensivos ayudarían mucho, como en el caso del tabaco, a mejorar la salud de todos.