sistimos estos días a la llegada a nuestro territorio de un número considerable de personas migrantes y refugiadas, provenientes de la frontera sur, en tránsito hacia otros países de Europa. Esta ruta, transitada desde hace años, acumula un volumen mayor cuando se dan situaciones de aglomeración en determinados puntos de llegada a las costas españolas. Y se ve agravada cuando la gendarmería francesa, incumpliendo la libertad de circulación en el espacio Schengen y practicando controles racistas por perfil étnico, bloquean los pasos de acceso fronterizo.En los dos últimos años, esta situación ha generado problemas de desatención que han motivado la creación de redes de acogida para atender necesidades perentorias de estas personas y que se han movilizado para exigir de las instituciones la puesta en pie de los recursos necesarios. Esto, en ocasiones, ha generado un impacto mediático que, al tiempo que ayudaba a la denuncia de esas condiciones, generaba en la opinión pública una imagen “problemática” que no se correspondía con la realidad.Esta semana nos encontramos ante un nuevo ciclo. En esta ocasión, las instituciones han sacado lecciones de la reciente experiencia y han puesto en pie, con prontitud, diversos recursos que eviten un deterioro mayor de estas personas en tránsito. Lo han hecho, además, adaptando sus planes de acogida, reforzando los dispositivos en el área de Bidasoaldea, dado que la inmediatez a la frontera es fundamental para quienes tienen como objetivo atravesarla. Y se han desplazado a los lugares donde se concentran estas personas, así como los recursos, tomando contacto con los diversos agentes implicados.Este es el modo de actuar que hemos reclamado, a lo largo del tiempo, las entidades que trabajamos en defensa de los derechos que asisten a estas personas. Esperemos que sea una línea de actuación sostenida en el tiempo, dado que los problemas que afrontamos son estructurales.Nos preocupa, de todos modos, el que se siga presentando esta situación como algo excepcional, que debiera despertar preocupación en la ciudadanía y que precisa de grandes recursos. Por el contrario, creemos que dar acogida a uno o varios centenares de migrantes en tránsito es algo perfectamente asumible para los recursos que disponen nuestras instituciones. Que si esta acogida funciona como debe, no tiene que crear ninguna alarma en la sociedad. Es algo que debiera tenerse en cuenta, tanto por las instituciones como por los medios de comunicación, evitando una terminología errónea y alarmista (“llegada masiva…) y huyendo de un tratamiento sensacionalista.Y de igual manera que manifestamos que esta actuación de las instituciones demuestra que, si se quiere, se puede, emplazamos a las mismas a abordar de cara otras situaciones dramáticas de determinados colectivos que están en situación de calle y de quienes están pasando hambre. Porque, en estos casos también, si se quiere, se puede.